La mayoría de los seres humanos cesan de desarrollarse a la edad de diez o veinte años. La persona media de setenta años es frecuentemente una de diez con sesenta años de repeticiones. Debemos aprender a ver la diferencia entre un Humano-Adulto y un Humano-Niño con la misma facilidad y fiabilidad como distinguimos una persona de sesenta años de una de seis. Nuestras sociedades están constituidas de, por y para Humanos-Niños, lo que explica la naturaleza auto-perpetuadora de esta enfermedad morbosa, así como de la mayoría de las estupideces que vemos en el mundo. Jed McKenna.
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