El manicomio ya no está hecho de correas, muros, barrotes, cerrojos. Se ha vuelto vago, impreciso, incorpóreo. El verdadero manicomio hoy, esencialmente, son los psicofármacos. Estamos en presencia de una turbadora mutación antropológica: los psiquiatras y las empresas farmacéuticas ya no se limitan a curar a los enfermos, también pretenden curar a los sanos.
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