viernes, 29 de abril de 2016


RECORDATORIO.


Decía Alice Miller, experta en maltrato infantil, que “del hecho de que todo agresor haya sido anteriormente una víctima no se desprende que toda persona que haya sido maltratada tenga que acabar necesariamente maltratando a sus hijos. 
No tiene por qué ser obligatoriamente así, pues puede que ese individuo, en su infancia, tuviera ocasión de recibir de otra persona -aunque sólo fuera una vez- algo que no fuera educación ni crueldad: un maestro, una tía, una vecina, una hermana, un hermano. Sólo la experiencia de ser querido y apreciado permite al niño identificar la crueldad como tal, percibirla y rebelarse contra ella. 
Sin esa experiencia le es imposible saber que en el mundo pueden existir otras cosas además de crueldad; sin esa experiencia, seguirá sometiéndose a la crueldad, y más tarde, cuando, ya adulto, disfrute del poder, la ejercerá él también, como si fuera algo completamente normal.”

Circulo Atenea.

miércoles, 27 de abril de 2016

MAPA ORIENTATIVO.


1. Desilusionarse con el samsara (existencia cíclica).
2. El cultivo de una intención altruista (bodhicitta).
3. La visión correcta del vacío.

BROMAS DE AYER Y DE HOY.


 No hay misterio más grande que el siguiente: que siendo nosotros mismos la Realidad intentemos alcanzar la Realidad.

Creemos que hay algo que ata nuestra Realidad y que tiene que ser destruido antes de que la Realidad pueda alcanzarse. Esto es ridículo. Un día amanecerá en el que tú mismo te reirás de tu esfuerzo. Aquello que ha de estar el día que tenga lugar esa risa, también está ahora.

Sri Ramana Maharshi

martes, 26 de abril de 2016


PROPUESTA.


No se trata de "rendirse", sino de admitir que el Enemigo habita en nosotros mismos. No se trata de abandonar la lucha, sino de reconocer que tenemos pendiente un combate contra la piltrafa que han hecho y hemos hecho de nosotros mismos. 
Que ya está bien de dar lecciones y procurar "liberar" al otro, cuando somos esclavos por las lecciones que nos dieron desde hace siglos y que nos damos todos los días a nosotros mismos.

Pedro García Olivo.

viernes, 22 de abril de 2016

CLAVILEÑO EL ALÍGERO.



ECOS DE SOCIEDAD.

Si, como afirman los psiquiatras, sólo el veinte por ciento de la población mundial tiene empatía, resulta que la mayoría, el ochenta por ciento, padecemos algún tipo de psicopatía. Vivimos, pues, en un mundo superpoblado por psicópatas, por gente que “hace su vida” al margen o en ignorancia de toda forma de empatía; una sociedad que, si algún día tuvo y cultivó la empatía, ha dejado de hacerlo por alguna razón que, por la cuenta que nos tiene, nos es obligado averiguar. El cultivo de la empatía sería, pues, la asignatura principal del aprendizaje humano, la justificación y clave de todo sistema educativo en una sociedad sana.

La empatía es núcleo de la ética y clave de la civilización humana. El estado de empatía es el estado propio del ser social que somos. Por muchas vueltas y rodeos que le demos a las causas de las guerras, de la barbarie, de la explotación o de la miseria que se extienden por todo el orbe, siempre encontraremos la ausencia de empatía como explicación primera. La empatía es el verdadero indicador del progreso o del retroceso de las cualidades humanas, de su evolución. 
En la medida en que la carencia de empatía se hace global y hegemónica, es obvio que nos acercamos a nuestra máxima decadencia y, con toda probabilidad, al fin de la civilización humana.

Mis limitaciones, mis defectos físicos o mis enfermedades, son mías, sólo a mí pueden perjudicarme mientras no sean contagiosas. Pero mis psicopatías -mi carencia de empatía- perjudica directamente a los demás, es un mal mayor, es la enfermedad social por excelencia.

Cada uno de nosotros somos seres únicos y, por tanto, desiguales. Sólo a un psicópata pueden parecerle pocas nuestras desigualdades naturales, como para añadir, además, las desigualdades sociales, económicas y políticas, a sabiendas de que con ello se está haciendo daño. 
Una sociedad sana sólo puede ser empática, o sea, compasiva e igualitaria. Deberíamos, pues, identificar la empatía como la condición necesaria para el bien vivir, en estado de salud personal y social.

Puede que haya psicopatías congénitas -aunque lo dudo-, pero creo que la mayor parte son inducidas, creo que somos adiestrados a diario en ellas, incluso en nuestras casas y escuelas, en las empresas y en las universidades, en el ocio y los negocios, en la publicidad y en los supermercados, en libros, películas, televisiones, videojuegos, internetes y periódicos, en la consulta del médico y en las oficinas del INEM, en los sindicatos y partidos, en el ejército, en el parlamento y en los campos de fútbol, en la religión y en el sexo...vayamos donde vayamos, a todas horas, somos inoculados con un buen cóctel de psicopatías

Blog de Nanín.

jueves, 21 de abril de 2016

TRASTIENDAS.


TEXTO.


La guerra se corresponde con la destrucción, por razones obvias. Hollywood se corresponde con la creación, porque es sobre todo una ficción creadora de realidad. Pero lo cierto es que tanto Hollywood como la guerra son tanto destructivos como constructivos, en la medida en que la guerra no convencional se acompaña de un poderoso aparato de propaganda, de guerra mediática y psicológica, y Hollywood desempeña una labor destructiva fundamental como requisito para crear una sociedad distópica de ganado cibernético.

Pedro Bustamante. El imperio de la ficción: Capitalismo y sacrificios hollywoodenses.

martes, 19 de abril de 2016


CONSULTORIO.


Pregunta: Entonces, ¿cuál es el obstáculo en mi camino hacia el conocimiento?.
R: Tu mente vagamunda y tus hábitos pervertidos.

Ramana Maharshi.

ECOS DE SOCIEDAD.


Alcanzar el vacío es la norma suprema, 
conservar la quietud es el máximo principio;
del devenir abigarrado de los diez mil seres, 
contempla su retorno.

Innumerable es la variedad de los seres,
mas todos retornan a su origen.
Que es la quietud.
La quietud es el retornar a la propia determinación.

Retornar a la propia determinación,
es lo permanente;
conocer lo permanente es la iluminación...
Quien conoce lo permanente, todo lo abarca;
quien todo lo abarca, es desinteresado;
a quien es desinteresado, el mundo le obedece;
aquel a quien el mundo obedece, se identifica con el cielo;
quien se identifica con el cielo, se hace uno con el Tao;
quien se hace uno con el Tao, vive largo tiempo.
Hasta el final de sus días libre permanecerá libre de todo peligro.

Lao Tse.

jueves, 14 de abril de 2016


MEMORIAS HISTÓRICAS.

Durante la Guerra de Vietnam el Gobierno de EEUU abastecía a sus militares con anfetaminas, esteroides, analgésicos y otras drogas para fortalecerlos y reducir el impacto negativo del combate.
El alto nivel del consumo de sustancias psicoactivas entre los militares durante la Guerra de Vietnam no tenía precedentes en la historia de Estados Unidos, sostiene Lukasz Kamienski, autor de la publicación en la revista ‘The Atlantic’, quien califica el conflicto asiático como “la primera guerra farmacológica”, recordando las palabras de David Grossman, de que Vietnam fue “la primera guerra donde las fuerzas de la farmacología moderna estaban dirigidas a fortalecer al soldado”.

Según el informe de 1971 del Comité Selecto sobre Delincuencia, desde 1966 hasta 1969 las fuerzas armadas consumieron 225 millones de tabletas de estimulantes, en mayor medida, Dexedrina, un derivado de la anfetamina cuyo efecto es dos veces más fuerte que el de la Benzendrina utilizado durante la Segunda Guerra Mundial. 
“Teníamos las mejores anfetaminas a nuestra disposición y fueron suministradas por el Gobierno estadounidense”, afirmó Elton Manzione, miembro de una patrulla de reconocimiento de largo alcance, conocida como Lurp.

Citando a un veterano, Kamienski destaca que los combatientes tomaban anfetaminas “como si fueran bombones” e indica que rara vez seguían las instrucciones estándares y no prestaban mucha atención a las recomendaciones de la administración sobre la dosis y frecuencia de su uso. 
Los soldados que se infiltraban en Laos recibían 12 tabletas del analgésico Darvon, 24 tabletas de codeína y seis píldoras de Dexedrina para cuatro días. Para misiones largas, a los miembros de las unidades especiales también se les administró inyecciones de esteroides.

Pese a que el número de colapsos mentales entre soldados estadounidenses se redujo hasta el mínimo de 1% (12 casos por cada 1.000 personas), muchos veteranos declararon que la anfetamina incrementaba tanto el estado de alerta como la agresión. Algunos estaban irritados hasta tal punto que se sentían capaces de disparar contra “los niños en las calles”.

RT