domingo, 11 de septiembre de 2022

GANADERÍA Y CAMUFLAJE.

 

Creo que somos bienes inmobiliarios, accesorios, ganado. Pienso que pertenecemos a algo. Que antiguamente la Tierra era una especie de «No mans’s land» que otros mundos han explorado, colonizado y disputado entre ellos. Actualmente, alguien posee la Tierra, y ha alejado de ella a todos los colonos. Nada se nos ha aparecido viniendo del más allá, tan abiertamente como un Cristóbal Colón desembarcando en San Salvador o Hudson remontando el río que lleva su nombre. Pero, en cuanto a las visitas subrepticias hechas al planeta, muy recientemente aún, en cuanto a los viajeros emisarios llegados quizá de otro mundo y cuidando mucho de evitarnos, tenemos pruebas convincentes.


Veo difícil, por ejemplo, cómo abarcar en un solo libro todos los usos posibles de la humanidad para un modo distinto de existencia, o incluso justificar la lisonjera ilusión que quiere que seamos útiles a algo o a alguien. Los cerdos, los patos y las vacas deben, en principio, descubrir que son posesión de alguien, y después preocuparse por saber por qué son poseídos. (…) ¿educaríamos nosotros, civilizaríamos nosotros, si pudiéramos, a los cerdos, a los patos y a las vacas? ¿Estaríamos dispuestos a establecer relaciones diplomáticas con la gallina que pone para nosotros, satisfecha de su sentido absoluto de la perfección?

Quizá somos utilizables, quizá se ha operado un convenio entre varias partes: algo sobre nosotros tiene derecho legal por la fuerza, después de haber pagado por obtenerlo, el equivalente de las cuentas de colores que le reclamaba núestro anterior propietario, más primitivo. Y esta trans­acción es conocida desde hace varios siglos por algunos de nosotros, carneros emisarios de un culto o de una orden secreta cuyos miembros como esclavos de primera clase, nos dirigen de acuerdo con las instrucciones recibidas y nos encaminan hacia nuestra misteriosa función.

Charles Fort. El libro de los condenados.


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