Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia.
La vida pública se ha vuelto desorientadora. La mayoría de la gente, en general, antes esperaba escuchar la verdad, o algo parecido a ella, en la vida diaria. En general, lo esperábamos de los demás, pero también de los medios de comunicación públicos y de autoridades como gobiernos o agencias internacionales creados aparentemente para nuestro beneficio. La sociedad no puede funcionar de manera coherente y estable sin ella, ya que muchas cosas en nuestras vidas requieren que confiemos en los demás.
En política, en salud pública, en relaciones internacionales y en historia, los mejores tiempos siempre fueron aquellos en los que se valoraba por encima de toda la verdad, por imperfecta que fuera su aplicación. Lo que ofrecen los medios de comunicación, los gobiernos y las cáscaras vacías que ahora los dirigen es algo bien diferente. Esperemos que haya suficientes personas que sientan repulsión por ello y asuman los riesgos necesarios.
David Bell. Recogemos la cosecha de las mentiras.
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