viernes, 23 de agosto de 2019

TIEMPOS MODERNOS.


Libertad frente a desarraigo. La humanidad del fin de los tiempos.

Hemos dicho que esta civilización carece de dimensión vertical y que por ello su acción es siempre horizontal, pues bien, debe reconocerse que tanto el cosmopolitismo como el turismo expresan esta tendencia horizontal -expansiva y rajásica- de la civilización moderna y que marca sobremanera el carácter impulsivo y dinámico del individuo actual, que hace gala de un psiquismo especialmente centrífugo.
Además de lo anterior el ansia viajera es una muestra más de cómo la cantidad -la fiebre por acumular experiencias- se impone sobre cualquier criterio de calidad.

Una vez más para entender plenamente el comportamiento y el psiquismo del hombre actual tenemos que referirnos al hombre primordial. Ello se debe a que dentro del ciclo cósmico de la humanidad el ser humano del fin de los tiempos no puede ser otra cosa que el reflejo especular de lo que era el ser humano en los orígenes del ciclo. 

Encontramos un ejemplo análogo a otros ya comentados cuando analizamos el valor simbólico del viaje. El hombre primordial, al comienzo del ciclo, era de forma natural nómada, lo que significa que en todas partes hallaba su hogar. Frente a esto, el hombre del fin de los tiempos parece una suerte de reflejo invertido o de imitación burlesca de aquel prototipo del nómada: viaja a los parajes más lejanos y se mueve sin parar, a menudo compulsivamente, pero en ningún lugar encuentra su hogar, pues ha perdido su lugar en el mundo, lo que simbólicamente viene representado por el Centro.

Si el movimiento del nómada primigenio era un movimiento rítmico y ordenado -según el ciclo solar y los ciclos naturales-, que partía siempre de un Centro y siempre volvía periódicamente -cíclicamente- a él, a semejanza del movimiento de los cuerpos celestes [1]. el movimiento del hombre del fin de los tiempos es caótico, desordenado, arrítmico, pues no es más que la expresión manifiesta de su carencia de Centro, Principios y referencias.

La conclusión es que el turismo es una marca indiscutible del Reino de la Cantidad y un signo de la decadencia de los últimos tiempos del ciclo humano. En el fondo es el desequilibrio permanente en que vive el sujeto moderno, producido por la carencia de un Centro espiritual ordenador de la existencia lo que ocasiona esta necesidad de dispersión y fuga así como el ansia de experiencias.

Agnosis. Blog.


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