sábado, 2 de noviembre de 2019

ECOS DE SOCIEDAD.


La humildad era una virtud importantísima para San Benito. 
El capítulo 57 se refiere expresamente a los artesanos del monasterio y en él se explica que:
Si hay artesanos en el monasterio, deben trabajar en su oficio con toda humildad, si el abad se lo permite. Pero el que se envanezca de su habilidad por creer que aporta alguna utilidad al monasterio, sea privado del ejercicio de su trabajo y no vuelva a realizarlo, a no ser que, después de haberse humillado, se lo ordene el abad.
Se hace expresa referencia a la avaricia en la fijación de los precios de estas mercancías y se dice que «antes véndase siempre un poco más barato que lo que puedan hacerlo los seglares, para que en todo sea Dios glorificado.

En el capítulo 61 San Benito dice que toda la comunidad debe, no solo obedecer al abad, sino que han de obedecerse los hermanos unos a otros. Y si alguno es porfiador deberá ser castigado. 

Y añade un párrafo que no tiene desperdicio y puede resultar a nuestros ojos humillante:
Cuando un hermano es reprendido de la manera que sea por el abad o por cualquiera de sus mayores por una razón cualquiera, aun mínima, o advierte que el ánimo de alguno de ellos está ligeramente irritado contra él o desazonado aunque sea levemente, al instante y sin demora irá a postrarse a sus pies y permanecerá echado en tierra ante él dándole satisfacción, hasta que con una palabra de bendición le demuestre que a se ha pasado su enojo. Y, si alguien se niega a hacerlo, será sometido a un castigo corporal; si se muestra contumaz, será expulsado del mona.


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