martes, 5 de noviembre de 2019

GANADERÍA.


El hombre inteligente, cuando paga impuestos, no cree que él está haciendo una inversión prudente y productiva de su dinero; por el contrario, siente que está siendo multado en una cantidad excesiva para favorecer servicios que, en su mayoría, son inútiles para él y que, en parte sustancial, son francamente hostiles.

H. L. Mencken.



Los Estados son organizaciones criminales. Todos los Estados, no sólo los obviamente totalitarios y represivos. Las únicas excepciones posibles a esta afirmación radical son los mini-estados que son, en efecto, los pedazitos hinchados de la propiedad privada, como el Vaticano.

Mi intención es que esta afirmación sea entendida literalmente, no como una forma de exageración retórica.
El argumento es simple. El robo, el latrocinio, el secuestro y el asesinato son todos crímenes. Los que participan en estas actividades, ya sea en nombre propio o en representación de otras personas son, por definición, criminales.
Al gravar a la población de un país, el Estado se involucra en una actividad que es moralmente equivalente a hurto o robo, poniendo a algunas personas en la cárcel, especialmente los que son condenados por los llamados “crímenes sin víctimas” o cuando recluta a las personas en las fuerzas armadas, el Estado es culpable de secuestro o detención ilegal, participando en las guerras que son distintas de las puramente defensivas o, incluso si son defensivas, cuando los medios de defensa empleados son desproporcionados e indiscriminados, el Estado es culpable de homicidio o asesinato.

Gerard N. Casey.


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