jueves, 5 de noviembre de 2020

INFORMATIVOS.


A finales del siglo XIX Louis Pasteur hizo popular la teoría del contagio. Luego Martinus Beijerinck usó el filtro de Chamberland para detectar las toxinas INORGÁNICAS que provocan la enfermedad vegetal conocida como mosaico del tabaco, por lo que lo llamó “virus”, como era común entonces denominar a ciertas sustancias consideradas venenos. 


En 1949 un miembro del Cuerpo Aéreo del Ejército de los Estados Unidos llamado John Franklin Enders supuestamente descubrió el virus de la poliomielitis tomando una muestra de tejido de un enfermo y colocando sus “venenos filtrables” en un cultivo de células enfermas de cáncer y además inundadas con infinidad de químicos falsamente destinados a limpiar el cultivo de otros patógenos. Al final, las células cancerosas completamente intoxicadas por las drogas terminaron muertas. Y sin buscar otras causas Enders afirmó que la causa era el virus de la poliomielitis.
Las farmacéuticas se sintieron felices porque inmediatamente desarrollaron sus vacunas contra esta nueva enfermedad, asesinaron a miles de niños con sus inyecciones que nada prevenían y, para aparentar que habían derrotado al virus, renombraron las dolencias de la polio como esclerosis múltiple, parálisis flácida o meningitis aséptica.

Alrededor de la década de 1930 se inventaron los microscopios electrónicos, pero solo después de acabada la segunda guerra mundial comenzaron a ser utilizados masivamente. Fue entonces cuando una señora llamada June Almeida decide encontrar los virus que nadie encontraba. Tiñe con oro unas partículas conocidas como anticuerpos que siempre aparecen en nuestro organismo ante atacantes externos como bacterias, drogas o antibióticos y las coloca en cultivo similar al de Enders (un caldo repleto de células enfermas e intoxicadas a las que se les añaden infinidad de drogas y el “virus filtrable”). 
Los anticuerpos se acumulan alrededor de unas hasta entonces desconocidas micro-vesículas, y los doctores adoctrinados con la teoría de Pasteur asumen que esas micro vesículas son virus.

Se aplicó posteriormente la electroforesis de ácidos nucleicos en gel para descubrir las cadenas de ARN y ADN que se hallaban en estos cultivos intoxicados donde los anticuerpos se agrupaban alrededor de estos aparentes virus y se descubrió una cadena que se repetía con bastante frecuencia. Al no saber a qué correspondía la susodicha cadena se coligió sin prueba alguna que correspondían a las pequeñas protuberancias que aparecían alrededor de las vesículas falsamente víricas y que llamaron espícula viral. Esta famosa espícula viral es la que da nombre a los coronavirus, ya que al estar alrededor de las vejigas halladas en el microscopio electrónico dan la impresión de ser una especie de corona.

Alvearium. Comentario en Astillas de realidad.

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