jueves, 23 de abril de 2020

INFORMATIVOS.


Una prueba de que las disposiciones institucionales para, pretendidamente, poner fin a la epidemia son, en realidad, medidas dirigidas en primer lugar contra la gente mayor, está en la prohibición de salir de casa, pasear e ir a los parques, que resulta yatrogénica al ciento por ciento. Para muchos mayores andar, caminar, cada día un cierto tiempo, es la garantía de conservar la salud, para evitar o, en su caso, paliar dolencias articulares, disfunciones cardiacas, diabetes, artritis, obesidad, reumatismo, enfermedad de Crhon, fibromialgias, etc.
Así pues, parece que, en efecto, “alguien” desea enfermarlos, liquidarlos.
Al no ser ya productivos el sistema ansía hacerlos desaparecer, para ahorrase las pensiones y los gastos sanitarios que originan. Unos meses de arresto domiciliario obligatorio acarrearán la muerte prematura de, probablemente, unos 100.000 ancianos diabéticos en nuestro país, cuatro veces más que los fallecimientos habituales cada año por esta enfermedad, y más que las víctimas esperadas del coronavirus. Los diabéticos sometidos a un sistema obligatorio de inmovilidad en pisos de 60 metros cuadrados, van a empeorar gravemente e incluso fallecer masivamente. La obesidad se agravará. 

Una pregunta añadida es, ¿qué va a ser después de la mucha gente, incluidos nietos, que viven (malviven) de las pensiones de sus abuelos? 

Algo similar cabe decir de los niños, encarcelados o semi-encerrados en sus casas, que son las celdas de esa gran penitenciara que es cada megalópolis, lo que les está ocasionando disfunciones psíquicas y
relacionales graves, que se irán convirtiendo en patologías clínicas en los meses próximo, si no en las próximas semanas, por las cuales serán medicados con psicofármacos, esos productos tóxicos de los que cada vez más depende la supervivencia del régimen político, pues son las drogas legales con las que se controla el descontento popular. 

El encierro forzado durante tanto tiempo y de forma tan absoluta es perfecto para perturbar relacional y sicológicamente a las personas, que van a salir de él mentalmente agotadas e incluso desquiciadas. ¿No han pensado en esto los sabelotodo que han proyectado la operación coronavirus y no lo observan críticamente la masa de cobardes serviles y sin cerebro que, aún siendo víctimas de la operación, la aplaude desde la base de la sociedad?

Las mascotas pueden ser llevadas a pasear pero los ancianos no. Con el estado de alarma cualquiera
puede sacar a la calle a su perra pero no a su abuela… Así pues, los seres humanos valen ya menos que los animales. ¿Debemos felicitar al animalismo y al veganismo por tal “logro”? La cosmovisión oficial hoy es que casi cualquier cosa es más valiosa que las personas. Esa es la ideología antihumanista del genocidio en curso, del que lo del coronavirus es solamente un capitulo. Irán viniendo muchos más. 


Al prohibírseles a las féminas tener hijos se la adjudica el perro como elemento sustitutivo por aleccionamiento ilimitado, de manera que lo que ahora tenemos, exactamente, no son mujeres
propietarias de perros sino perros propietarios de mujeres. 

Todo esto, que es espantoso, salvo para quienes han perdido todo contacto con la realidad, cualquier sentido del decoro y toda forma de respeto por el ser humano, muestra que estamos en una sociedad en descomposición avanzada que se encamina hacia un final trágico y horroroso.

Felix Rodrigo Mora.


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