viernes, 24 de julio de 2020

METAGANADERÍA.


J. G. Frazer nos habla de los timmes de Sierra Leona entre los que la distinción entre el criminal y el rey no existe: "cuando los jefes principales guardan rencor a alguno y desean librarse de él, lo eligen rey".

Esto no está tan lejos de la forma cómo opera el poder-religión en la sombra hoy, cómo las élites que ocupan el poder de facto seleccionan para desempeñar los papeles más importantes del teatro político a transgresores comprometidos que puedan ser coaccionados de distintas maneras, y llegado el caso, sacrificados. Los más altos cargos, incluidas las grandes estrellas hollywoodenses y hollymusicales, siguen siendo hoy víctimas diferidas, que pueden eventualmente redimir su destino sirviendo a los intereses de este verdadero poder en la sombra. O bien, pagar con su sacrificio su desobediencia o hablar más de la cuenta, como le ocurrió a J. F. Kennedy y a tantos otros.
La misma lógica se aplica a todos los ámbitos hasta los más altos niveles, a la política, a las finanzas, a las grandes instituciones internacionales, a Hollywood y a la Hollymúsica, etc.

Al tema de los regicidios se asocia también el de los sacrificios de los hijos primogénitos, particularmente en las dinastías reales.
Según Frazer la costumbre de sacrificar a los primogénitos respondía a una antigua creencia según la cual el alma del padre se encarnaba en el hijo y por lo tanto su nacimiento lo debilitaba. En este sentido, en las leyes de Manú se dice que "una vez que la esposa concibe, el esposo se convierte en un embrión y por ella él vuelve a nacer, pues en esto consiste ser esposa: en que gracias a ella él vuelve a nacer".
Estamos otra vez en el nudo del sacrificio-hierogamia, que escapa a nuestra mentalidad racional, en la mecánica de la vinculación de los vórtices del sacrificio y la hierogamia, de la que nos ocuparemos más adelante.

Pedro Bustamante. Sacrificios y hierogamias: La violencia y el goce en el escenario del poder.


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