miércoles, 30 de septiembre de 2015

SERMÓN.


El interés de los hombres civilizados por los pueblos que se llaman atrasados es muy sospechoso. Incapaz de soportarse más a sí mismo, el hombre civilizado descarga sobre esos pueblos el excedente de males que le agobian, los incita a compartir sus miserias, los conjura para que afronten un destino que él ya no puede afrontar solo.
 A fuerza de considerar la suerte que han tenido de no "evolucionar", experimenta hacia ellos los resentimientos de un audaz desconcertado y falto de equilibrio. ¿Con qué derecho permanecen aparte, fuera del proceso de degradación al cual él se encuentra sometido desde hace tanto tiempo sin poder liberarse?. 
La civilización, su obra, su locura, le parece un castigo que pretende infligir a aquellos que han permanecido fuera de ella.

E. Cioran. La caída en el tiempo.
  

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