viernes, 29 de abril de 2022

INFORMATIVOS.


Poco antes del desembarco del día D, los aliados tomaron miles de fotos aéreas de Normandía.

Unas pocos de estas fotos fueron entregadas al Instituto Tavistock, el mayor especialista en guerra psicológica de Occidente.

En las mismas, tomadas a 4000 metros de altura, lo más notable era la presencia decenas de miles de vacas. Inmediatamente los psiquiatras militares se pusieron a pensar. La vacas producen carne, leche ... y toneladas de excrementos.

Así que ordenaron preparar bombas que exteriormente asemejaban ser bosta de vaca. Se activaban por vibración o contacto.

No causaron mucho daño físico, apenas tres camiones con sus ruedas reventadas, y dos soldados heridos. No importaba, porque la idea de la guerra psicológica es generar miedo y confusión.

Los soldados enemigos pasaron a temer el estiercol de vaca, detenían sus camiones y llamaban a los expertos de explosivos si había algo así en los caminos, evitaba ir a campo traviesa, y se ralentizaron sus movimientos. Y esa fue solo una entre cientos de acciones de guerra psicólogica.

El Instituto Tavistock fue contratado nuevamente en el 2016 para planificar la Plandemia 2020.

Esta vez se superaron, consiguieron que la gente tema al aire.

Horacio Rivara
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Los que llevan meses abrazándose y “besándose” con mascarillas ¿sabrán cómo se hace un cultivo bacteriano sobre una placa petri?

Juntar mascarillas es exactamente eso, intercambiar colonias de microbios de una a otra que en un par de horas, con calor y humedad, proliferan a millones, tras lo cual, usted se las traga aliñadas de CO2.

Si tanta precaución quieren tener, deberían saber que al respirar normal el aliento sale lejos y se va, pero con el bozal, que hace un efecto cazamariposas, toda la microbiota se queda atrapada justo frente a su siguiente inhalación.

Lo perfecto para esnifar microbios propios y ajenos durante horas.

Que los más hipocondríacos y aprensivos se hayan enganchado a reciclar aliento aliñado de bacterias, hongos y partículas que nuestro sistema respiratorio arroja lejos por algo, es una paradoja.

Y lo prueba que se lo quitan para estornudar porque se dan asco a sí mismos.

Es como ponerse un pañal y dejarlo todo el día con sus deyecciones dentro bien mezcladitas, pero peor, porque el ojaldre anal al menos no se lo vuelve a meter para adentro.

Así que, adelante, sigan “protegiéndose” atrapando lo que debería irse junto a su boca y su nariz para volver a metérselo, es súper sano.

Si además, como hacen la mayoría, no paran de tocársela por delante para reajustarla una y otra vez, añaden al gazpacho microbiológico de su mascarilla los frotis de cuanto tocan. Teclado con partículas fecales, pomos de puertas con restos de esputo ajeno, miasmas de mesas y sillas junto a revuelto de hongos de sus propios dedos.

Una cosa sanísima oiga.

Al final del día lleva usted doce horas respirando una ensalada de movidas vivas al aroma de spike tal, que lo más normal es lo que le pasa, que tiene la cavidad bucofaríngea como el culo de un mandril.
Siga “cuidándose”.

F. L. Mirones. Biólogo.


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