lunes, 11 de julio de 2022

GANADERÍA.

 

Según François Du Cluzel, "la guerra cognitiva tiene un alcance universal, desde el individuo hasta los Estados y las empresas multinacionales". 

Un conflicto ya no se gana ocupando un territorio, o ajustando las fronteras en un mapa, porque "la experiencia de la guerra nos enseña que aunque la guerra en el ámbito físico puede debilitar a un ejército enemigo, no puede lograr todos los objetivos de la guerra".
Con la guerra cognitiva, el objetivo final cambia: "Cualquiera que sea la naturaleza y el propósito de la guerra en sí, en última instancia se reduce a una confrontación entre grupos que quieren algo diferente, y por lo tanto la victoria significa la capacidad de imponer el comportamiento deseado a un público elegido. Se trata, pues, de una conversión ideológica en la población objetivo.

El enemigo no son sólo los civiles en territorio ocupado o enemigo, sino también sus propios ciudadanos, que, según las estimaciones de la OTAN, son objetivos fáciles para las operaciones cognitivas de las partes enemigas. "El ser humano es el eslabón débil. Esto debe reconocerse para proteger el capital humano de la OTAN".

Esta "protección" va muy lejos: "El objetivo de la guerra cognitiva no es sólo dañar a los soldados, sino también a las sociedades. Esta forma de hacer la guerra se asemeja a una "guerra en la sombra" y requiere la participación de todo el gobierno para combatirla. Por tanto, la guerra puede librarse con o sin militares, y Du Cluzel continúa: "La guerra cognitiva es potencialmente interminable, porque para este tipo de conflicto no se puede concluir un tratado de paz, ni firmar una rendición".

Elze van Hamelen

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