La mayor parte de la humanidad no es consciente de que vive y se mueve en un mundo de fantasmagoría, en el que su sentido de identidad nacional, las leyes que ha interiorizado y por las que vive e incluso las palabras que utiliza para describirse a sí mismo están determinadas en un grado bastante sorprendente, no por ninguna consideración racional, sino por los resultados de rituales mágicos que se realizaron por primera vez en un pasado lejano y que continúan realizándose hoy en día. Aunque deseamos considerarnos como plenamente racionales y motivados por cálculos de interés personal y por concepciones del bien individual y público, es bastante difícil negar que nos enfrentamos regularmente a varias formas de psicosis grupal: obsesiones, fijaciones, engaños, apegos emocionales, devotos... fanatismo.
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