lunes, 29 de septiembre de 2025

INFORMATIVOS.


La pérdida de las imágenes eternas no es una menudencia para el hombre juicioso…Una vez que los síntomas están fuera en forma de de una enfermedad mental político –social, ya no se puede convencer a nadie de que el conflicto está en el alma de cada individuo, pues ahora todo el mundo sabe dónde está su enemigo.

Se produce precisamente ese conflicto que en el alma del juicioso es un fenómeno intrapsíquico, pero que en el nivel de de la proyección se convierte en la división política y la violencia asesina. 
Para que se produzcan estas consecuencias hay que convencer a fondo al hombre de la insignificancia de su alma y de la psicología misma; hay que dejarlo claro desde cualquier púlpito de autoridad que toda salvación viene de fuera y que el sentido de su existencia está en la “comunidad popular”. Así se le puede conducir fácilmente al lugar donde ya por su naturaleza más le gusta ir: al país de los niños, donde se plantean exigencias únicamente a los demás y la injusticia siempre la comete otro.

Cuando el hombre ya no sabe qué es lo que sustenta su alma se incrementa el potencial de lo inconsciente, que asume el mando. El deseo vence al hombre, y fines ilusorios que ocupan el lugar de las imágenes eternas despiertan su avidez. El animal de presa se ha adueñado de él y no tarda en hacerle olvidar que es un hombre. Con sus afectos cierra el camino a cualquier reflexión que pudiera representar un obstáculo para sus ilusiones infantiles, a cambio de lo cual le proporciona el sentimiento de una nueva justificación de la existencia que le embriaga de codicia y crueldad.

C. G. Jung.

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