sábado, 1 de noviembre de 2025
INFORMATIVOS.
HALLOWEEN FUE ESPAÑOL.
(pero se nos ha olvidado).
Como tantas veces ocurre, y les explico, los anglosajones, en su dominio invasivo de nuestra cultura, son capaces de vendernos algo que ya era nuestro, pero con otro envoltorio.
Andan las gentes revueltas entre los que ceden a la corriente y los que disfrutan negándola, pero ¿y si nada fuera como creen ni unos ni otros?.
En Asturias, España, hace más de siete siglos, existía una costumbre curiosa. Se trataba de vaciar nabos, tallar en ellos una cara y colocar dentro una vela en el día de los difuntos ¿les suena?. Claro, es que aún no existían las calabazas en Europa, porque son americanas.
Los nabos (ahora calabazas) iluminados, representaban para los celtas las cabezas de sus enemigos vencidos, y esta tradición ancestral era norma en las actuales España, Irlanda, Escocia y Francia, porque cuando los anglosajones invadieron la isla grande de Britania, exterminaron a las tribus celtas, que se refugiaron en las costas y en las actuales Irlanda y Escocia.
Ya entonces los anglosajones tenían estas costumbres, que nunca abandonaron durante su imperio.
Esa simpatía que aún hoy mucha gente percibe entre los irlandeses, escoceses y españoles no es una casualidad, ni la antipatía de los tres hacia los ingleses… ¡es que somos el mismo pueblo!, y, al contrario de lo que todo el mundo cree, ese origen común de escoceses, irlandeses y españoles proviene de una migración neolítica desde las costas del norte de España hacia las islas británicas.
Cuando los ingleses, posteriormente, doblegaron a los pueblos celtas de Escocia e Irlanda y los incorporaron a su dominio, hicieron suyo todo lo que era nuestro: las gaitas, las construcciones, el folklore y muchas tradiciones, hasta el punto de que hoy en día para el mundo, una gaita es algo escocés y no gallego, cuando en justicia sería al revés.
Entre estas tradiciones celtas de ida y vuelta, está el famoso Halloween, que resulta ser una fiesta cultural mucho más española de lo que casi nadie sospecha.
En el norte de España había otra costumbre ancestral en el día de los muertos: ¡que los niños vayan por las casas pidiendo dulces y comida!. Fue prohibida por la Iglesia en el siglo XVIII, ¡y se nos olvidó hasta ahora!.
Cuando los irlandeses emigraron a Norteamérica, ya en tiempos modernos, se llevaron nuestra tradición común celta, y cambiaron los nabos por las más fácilmente manejables calabazas. Aún hoy podemos encontrar en algunos pueblos de Asturias la llamada Fiesta del Nabo, sin que la gente sepa que lo que celebran es el auténtico y original Halloween.
Los hábiles anglosajones, transformaron también nuestro Xuan, el de la Llinterna, en Jack-o’Lanterns, y así con todo. Siempre dominaron la magia de cambiarle el nombre a las cosas y llevarlas a su terreno.
Por tanto, 1000 años antes de Cristo, el pueblo español, entonces celta, celebraba su fiesta de Samahin durante la cual la división entre los mundos de los vivos y los muertos desaparecía, porque se acababa el verano y llegaban las estaciones oscuras.
Pero con los muertos, a los que recibían con cariño y veneración, venían también los dioses. Los dioses celtas eran terroríficos para ellos, por eso, en Samahin, la gente se disfrazaba de monstruos y muertos con el fin de engañar a esos dioses que los podían dañar ¿os suena de nuevo?.
La Iglesia Católica asumió los ritos celtas y los sincretizó en el Día de los Difuntos, manteniendo su sentido de honrar a los seres queridos fallecidos y los antepasados; pero los anglosajones, enemigos de todo lo celta primero, y de todo lo católico o hispano después, inventaron algo para burlarse de esta tradición ancestral: convertir el Samahin en una fiesta ridícula de disfraces que parodiara su motivación original.
Fernando López Mirones.