Domingo
abril 15, 1962
Otra
vez volvimos hoy a conversar de los enemigos de los hombres de
conocimiento y de nuevo nuestra conversación tuvo lugar a ultima hora, ya cuando me iba
a casa.
Le pregunte de nuevo quienes eran esos enemigos. Yo
esperaba
que no me lo dijera, sin embargo me lo explico detalladamente.
"Cuando uno empieza a aprender", dijo, "nunca se sabe lo que va a
encontrarse, el
camino nunca esta claro. El propósito esta lleno de fallas; la
intención es vaga. Uno anda siempre confundido porque espera que
pasen cosas que nunca pasaran, porque no sabe lo difícil que es el
conocimiento, uno no sabe los trabajos que cuesta el aprender. Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego mas y mas, y
los pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que
se aprende no es nunca lo que uno hubiera querido, y así se empieza
a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que uno esperaba. Cada
nuevo paso es un atolladero, y así sin mas ni mas el miedo se le
sube a uno al pescuezo y comienza a apretarlo sin misericordia y no
se puede hacer nada porque el propósito es un campo de batalla.
Así es como se tropieza con el primer enemigo, el rival de uno, el
miedo. Un enemigo terrible, traicionero y enredado como los cardos,
se halla siempre acechando por ahí, escondido, siempre escondido, en
cada rendija el miedo nada más esta siempre esperando, y
si uno se llena de terror y se pela, el primer enemigo acaba con sus
ganas".
-"¿Qué le pasaría a uno si corre así?"
-"¿Qué le pasaría a uno si corre así?"
-"Nada,
solamente que uno nunca aprenderá, nunca llegara a ser un hombre que
sabe. Uno llegara a ser tal vez un maleante, o un cualquier cobarde
lleno de miedo, un hombre vencido,
un hombre al que el miedo le acabo las ganas"
-¿Se puede hacer algo
para vencer al miedo?".
-"Se
puede y es muy simple. Uno debe desafiar al miedo y a pesar de su
miedo uno debe seguir aprendiendo, y debe dar otro paso, y otro, y
otro. Se debe tener miedo, pero aun así se debe seguir y no parar y
menos aun correr,¡esa es la regla! y llega un momento en que el
primer enemigo se vuelve atrás y uno empieza a sentirse seguro y
tranquilo. La intención se hace aun mas fuerte, el conocimiento no
es ya tan espantoso.
Cuando
ese momento llega, se puede decir a lo macho, que ya esta venciendo al
miedo y el miedo se va desvaneciendo, poco a poco al comienzo, hasta
que de repente el miedo se pela de sopetón".
-"¿Y uno no tendrá miedo ya nunca mas?", pregunté.
-"No, una vez que se ha vencido al miedo se esta libre para el resto de la
vida, porque en lugar del miedo se tiene la claridad. La claridad es
la que desvanece al miedo. Para ese entonces ya uno sabe sus deseos y
como satisfacer esos deseos. Ya se pueden anticipar los caminos, y
una claridad nítida rodea a todo. Uno siente y sabe que nada puede
estar oculto ya mas.
Y así, sin esperarlo, se encuentra uno ante
el segundo enemigo. La claridad. Esa misma claridad que desvaneció
al miedo y que es tan difícil de lograr, también enceguece. La
claridad lo fuerza a uno a no dudar y le da seguridad, la seguridad
de que puede hacer lo que se le de la gana, porque todo lo que uno
ve, lo ve con claridad. Y como es valiente porque ve claro, y uno no
se detiene ante nada porque ve claro. Pero eso de ver claro es un
error, es como si se viera claro, pero incompleto.
Si
uno cree en esa ilusión de poder hacer lo que se le de la gana, uno
se ha dejado vencer por el segundo enemigo, uno se ha dejado cortar,
y no se puede aprender mas, porque el conocimiento se le va de entre
las manos. Y como que se impacienta cuando debe ser generoso, o es
generoso cuando debe ser impaciente.
El
conocimiento se cae de entre las manos y se acaba por no aprender
mas".
-"¿Qué
le pasa a uno si ese enemigo lo vence?, ¿se muere?".
-No, uno no
muere, el segundo enemigo nada mas le ha puesto a uno las manos, y lo
ha parado en seco. Ya no se podrá jamás llegar a ser un hombre de
conocimiento, se podrá solo llegar a ser un valiente lleno de fuerza
o un generoso muy suave. Pero aun así, la claridad por la que se
pago tan caro no lo abandonara y ya nunca mas le temerá uno a la
oscuridad del miedo. Uno vera claro por el resto de su vida, lo único
es que ya no deseara aprender, ni deseara ya nada mas".
-"¿Qué
se debe hacer para vencer al segundo enemigo?".
-"Se
debe proceder como con el miedo, se debe encarar la claridad y usarla
solo para ver claro, se debe esperar pacientemente y medir bien antes
de tomar un nuevo camino. Uno debe pensar sobre todo que su claridad
es como un error.
Y llegara así el momento en que se entiende que la
claridad es solo un puntito delante de los ojos. Así es como se
vence al segundo enemigo, y se llega a una posición donde ya nada lo
puede tocar a uno, ya nada le puede hacer daño y eso no es ilusión,
ni tampoco un punto delante de los ojos.
Ese es el poder,el nuevo
rival. Uno sabe para ese entonces que el poder que había estado
persiguiendo ya es finalmente de uno, esta vez si que se puede hacer
lo que se le de la gana, uno tiene para ese
entonces aliados y los comanda, su deseo nomás es ley. Uno ve claro y
parejo todo lo que se le presenta, todo lo que le rodea, pero asímismo uno se topo también con el tercer enemigo, el poder. El más
fuerte de todos los enemigos. Y como es natural lo más fácil es
abandonarse a el. Después de todo uno es de veras invencible si se
encuentra el poder. Y así uno empieza a tomar riesgos, riesgos muy
calculados al principio y acaba haciendo leyes, reglas, porque uno es
invencible, uno es el amo del poder, y ni siquiera nota que el tercer
enemigo esta acechándolo.
De pronto sin saberlo o sentirlo se pierde
de vista y el tercer enemigo lo vence a uno y lo vuelve caprichoso y
malo".
-"¿Cuándo
un hombre ha sido vencido así pierde su poder?".
-"Uno
nunca pierde el poder o la claridad".
-"Pero
entonces, ¿cual es la diferencia entre un vencido y un hombre de
conocimiento?".
-"El
hombre vencido por el tercer enemigo nunca sabrá jamás como se
debe manejar el poder. Para el. el poder es como una maldición.
Cuando
a uno lo vence el tercer enemigo, uno no tiene control sobre los
deseos, uno es a madres engreído y por lo tanto no se puede saber
cuando o como usar el poder".
Le
pregunte a don Juan, si la derrota es un acto final.
No
me entendió y nos pusimos a discutir, hasta que le
expliqué que lo que quería saber era si uno podía huir y volver a la arena y
seguir luchando después de una derrota.
-"Cuando
uno de los enemigos gana la mano ya no hay nada que hacer, y a los
deseos de llegar a ser un hombre que sabe se los lleva la chingada y
uno tiene que resignarse, porque no hay nada que hacer".
-"¿Es
posible que las derrotas que causa el poder sea nomás una cosa
de tiempo y que pueda uno recuperarse y vencerlo?".
-"Si
es una cosa de tiempo, entonces uno no ha sido vencido. La batalla
sigue si sigue tratando de llegar a ser un hombre que sabe. Uno
puede considerarse vencido solo cuando a uno ya no le importa nada
mas cuando ya no hay mas ganas".
-"¿Puede
abandonar uno la lucha por años?. Por ejemplo, abandonarlo por miedo
para luego volver y vencer al miedo?".
-No, eso no es posible. No se puede sucumbir al miedo y luego vencerlo.Cuando se sucumbe, ya no hay nada que hacer. No se puede aprender ya
mas porque el conocimiento da miedo, y uno no hace nada por aprender.
Pero en cambio, si se trata de aprender por años a pesar del miedo,
uno al final acabara por conquistarlo porque uno no se ha echado a
perder".
-"¿Y como se vence al tercer enemigo, don Juan?".
-Uno
tiene que enfrentársele al desafio, y espolearlo y darle duro; uno
tiene que darle al poder con mucha cabeza. Uno tiene que entender
sobre todo que el poder que parece conquistado no es en realidad
nunca de uno. Sin entender esto uno se pierde para siempre entre las
rendijas de uno mismo. Pero si se usa el poder con medida, uno se va
dando cuenta de que hay solamente un modo de proseguir. El seguir
fiel y respetuosamente lo que se ha aprendido en el camino del
conocimiento. Solo así se puede ver que la claridad y el poder sin
el control sobre lo que es “uno mismo” son fines que no valen.
Si uno se da cuenta de que hay maneras de seguir con
paciencia y medida, se llega a un punto donde todo, absolutamente
todo, esta bajo control. Para ese entonces ya se sabe como y cuando
usar el poder. Así es como se vence al tercer enemigo pero para ese
entonces ya se esta al final de la travesía por el camino del
conocimiento.
Y casi sin darle tiempo a uno, casi sin aviso, uno se
da de sopetón con el ultimo de sus enemigos, la
vejez.
El mas cruel de todos, el enemigo que no se vencerá jamás.
El enemigo al cual uno nomás que puede ahuyentar por momentitos.
Para ese entonces ya no se tiene el miedo que oscurece todo o la
claridad que lo vuelve a uno impaciente. Para ese entonces todos los
poderes están bajo control. Pero uno tiene en cambio un deseo
invencible de descansar, y si uno no se las pelea con su adversario y
su deseo de huir, si uno se recoge en la vejez, se pierde la
ultima batalla y el cuarto enemigo lo vuelve a uno una
criatura inútil.
El deseo de descansar y olvidar dominaran a la claridad, al poder y al conocimiento.
Pero si uno se despega del cansancio, y vive como manda su destino hasta el ultimo tirón, uno puede entonces llamarse Hombre de Conocimiento. Aunque solo sea por esos momentitos cuando se logra ahuyentar al ultimo, al enemigo invencible, esos momentos de claridad, de poder y de conocimiento son suficientes".
Pero si uno se despega del cansancio, y vive como manda su destino hasta el ultimo tirón, uno puede entonces llamarse Hombre de Conocimiento. Aunque solo sea por esos momentitos cuando se logra ahuyentar al ultimo, al enemigo invencible, esos momentos de claridad, de poder y de conocimiento son suficientes".
Don
Juan se acostó contra el horcon de la ramada y miro hacia los cerros
del bacatete en la distancia, A mi me invadió una extraña
melancolía y dije por decir, "a
la vejes no se puede evitarla".
-"No, ya ves, a mi me ha tirado al suelo”, dijo don Juan, "ya me anda correteando, ya me hunde muy seguido".
-"No, ya ves, a mi me ha tirado al suelo”, dijo don Juan, "ya me anda correteando, ya me hunde muy seguido".
Su
voz era seria y enfática, su manera era sencilla y a la vez
histriónica, el drama estaba encerrado en su tono sobrio. Un tono
que me hizo dudar en ese momento, que don Juan pareciera un personaje
inmortal, joven y eterno, que solo estaba jugando a ser viejo.
-"Usted es un verdadero hombre de conocimiento, don Juan", le dije con sincera admiración.
-"Usted es un verdadero hombre de conocimiento, don Juan", le dije con sincera admiración.
Me
miro con una expresión medio seria y luego se rió.
-"¡No le Hagas!", dijo.
-"¡No le Hagas!", dijo.
No
parecía estar triste o cansado o sentirse de ningún modo diferente
al don Juan que conozco. Sin embargo había algo en su aire que me
había hecho entender, por primera vez, la intensidad con la que
luchaba contra el último enemigo, su enemigo invencible.
Carlos Castaneda.
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