jueves, 13 de junio de 2013

ECOS DE SOCIEDAD.

Domingo abril 15, 1962

Otra vez volvimos hoy a conversar de los enemigos de los hombres de conocimiento y de nuevo nuestra conversación tuvo lugar a ultima hora, ya cuando me iba a casa. 
Le pregunte de nuevo quienes eran esos enemigos. Yo
esperaba que no me lo dijera, sin embargo me lo explico detalladamente. 
"Cuando uno empieza a aprender", dijo, "nunca se sabe lo que va a encontrarse, el camino nunca esta claro. El propósito esta lleno de fallas; la intención es vaga. Uno anda siempre confundido porque espera que pasen cosas que nunca pasaran, porque no sabe lo difícil que es el conocimiento, uno no sabe los trabajos que cuesta el aprender. Pero uno aprende así, poquito a poquito al comienzo, luego mas y mas, y los pensamientos se dan de topetazos y se hunden en la nada. Lo que se aprende no es nunca lo que uno hubiera querido, y así se empieza a tener miedo. El conocimiento no es nunca lo que uno esperaba. Cada nuevo paso es un atolladero, y así sin mas ni mas el miedo se le sube a uno al pescuezo y comienza a apretarlo sin misericordia y no se puede hacer nada porque el propósito es un campo de batalla.

Así es como se tropieza con el primer enemigo, el rival de uno, el miedo. Un enemigo terrible, traicionero y enredado como los cardos, se halla siempre acechando por ahí, escondido, siempre escondido, en cada rendija el miedo nada más esta siempre esperando, y si uno se llena de terror y se pela, el primer enemigo acaba con sus ganas".

-"¿Qué le pasaría a uno si corre así?"
 -"Nada, solamente que uno nunca aprenderá, nunca llegara a ser un hombre que sabe. Uno llegara a ser tal vez un maleante, o un cualquier cobarde lleno de miedo, un hombre vencido, un hombre al que el miedo le acabo las ganas"

-¿Se puede hacer algo para vencer al miedo?".
-"Se puede y es muy simple. Uno debe desafiar al miedo y a pesar de su miedo uno debe seguir aprendiendo, y debe dar otro paso, y otro, y otro. Se debe tener miedo, pero aun así se debe seguir y no parar y menos aun correr,¡esa es la regla! y llega un momento en que el primer enemigo se vuelve atrás y uno empieza a sentirse seguro y tranquilo. La intención se hace aun mas fuerte, el conocimiento no es ya tan espantoso.
Cuando ese momento llega, se puede decir a lo macho, que ya esta venciendo al miedo y el miedo se va desvaneciendo, poco a poco al comienzo, hasta que de repente el miedo se pela de sopetón".

-"¿Y uno no tendrá miedo ya nunca mas?", pregunté.
-"No, una vez que se ha vencido al miedo se esta libre para el resto de la vida, porque en lugar del miedo se tiene la claridad. La claridad es la que desvanece al miedo. Para ese entonces ya uno sabe sus deseos y como satisfacer esos deseos. Ya se pueden anticipar los caminos, y una claridad nítida rodea a todo. Uno siente y sabe que nada puede estar oculto ya mas. 

Y así, sin esperarlo, se encuentra uno ante el segundo enemigo. La claridad. Esa misma claridad que desvaneció al miedo y que es tan difícil de lograr, también enceguece. La claridad lo fuerza a uno a no dudar y le da seguridad, la seguridad de que puede hacer lo que se le de la gana, porque todo lo que uno ve, lo ve con claridad. Y como es valiente porque ve claro, y uno no se detiene ante nada porque ve claro. Pero eso de ver claro es un error, es como si se viera claro, pero incompleto.
Si uno cree en esa ilusión de poder hacer lo que se le de la gana, uno se ha dejado vencer por el segundo enemigo, uno se ha dejado cortar, y no se puede aprender mas, porque el conocimiento se le va de entre las manos. Y como que se impacienta cuando debe ser generoso, o es generoso cuando debe ser impaciente.
El conocimiento se cae de entre las manos y se acaba por no aprender mas".

-"¿Qué le pasa a uno si ese enemigo lo vence?, ¿se muere?". 
-No, uno no muere, el segundo enemigo nada mas le ha puesto a uno las manos, y lo ha parado en seco. Ya no se podrá jamás llegar a ser un hombre de conocimiento, se podrá solo llegar a ser un valiente lleno de fuerza o un generoso muy suave. Pero aun así, la claridad por la que se pago tan caro no lo abandonara y ya nunca mas le temerá uno a la oscuridad del miedo. Uno vera claro por el resto de su vida, lo único es que ya no deseara aprender, ni deseara ya nada mas".

-"¿Qué se debe hacer para vencer al segundo enemigo?".
-"Se debe proceder como con el miedo, se debe encarar la claridad y usarla solo para ver claro, se debe esperar pacientemente y medir bien antes de tomar un nuevo camino. Uno debe pensar sobre todo que su claridad es como un error. 
Y llegara así el momento en que se entiende que la claridad es solo un puntito delante de los ojos. Así es como se vence al segundo enemigo, y se llega a una posición donde ya nada lo puede tocar a uno, ya nada le puede hacer daño y eso no es ilusión, ni tampoco un punto delante de los ojos. 
Ese es el poder,el nuevo rival. Uno sabe para ese entonces que el poder que había estado persiguiendo ya es finalmente de uno, esta vez si que se puede hacer lo que se le de la gana, uno tiene para ese entonces aliados y los comanda, su deseo nomás es ley. Uno ve claro y parejo todo lo que se le presenta, todo lo que le rodea, pero asímismo uno se topo también con el tercer enemigo, el poder. El más fuerte de todos los enemigos. Y como es natural lo más fácil es abandonarse a el. Después de todo uno es de veras invencible si se encuentra el poder. Y así uno empieza a tomar riesgos, riesgos muy calculados al principio y acaba haciendo leyes, reglas, porque uno es invencible, uno es el amo del poder, y ni siquiera nota que el tercer enemigo esta acechándolo.
De pronto sin saberlo o sentirlo se pierde de vista y el tercer enemigo lo vence a uno y lo vuelve caprichoso y malo".

-"¿Cuándo un hombre ha sido vencido así pierde su poder?".
-"Uno nunca pierde el poder o la claridad".

-"Pero entonces, ¿cual es la diferencia entre un vencido y un hombre de conocimiento?".
-"El hombre vencido por el tercer enemigo nunca sabrá jamás como se debe manejar el poder. Para el. el poder es como una maldición. 
Cuando a uno lo vence el tercer enemigo, uno no tiene control sobre los deseos, uno es a madres engreído y por lo tanto no se puede saber cuando o como usar el poder".

Le pregunte a don Juan, si la derrota es un acto final.
No me entendió y nos pusimos a discutir, hasta que le
expliqué que lo que quería saber era si uno podía huir y volver a la arena y seguir luchando después de una derrota.
-"Cuando uno de los enemigos gana la mano ya no hay nada que hacer, y a los deseos de llegar a ser un hombre que sabe se los lleva la chingada y uno tiene que resignarse, porque no hay nada que hacer".

-"¿Es posible que las derrotas que causa el poder sea nomás una cosa de tiempo y que pueda uno recuperarse y vencerlo?".
-"Si es una cosa de tiempo, entonces uno no ha sido vencido. La batalla sigue si sigue tratando de llegar a ser un hombre que sabe. Uno puede considerarse vencido solo cuando a uno ya no le importa nada mas cuando ya no hay mas ganas".

-"¿Puede abandonar uno la lucha por años?. Por ejemplo, abandonarlo por miedo para luego volver y vencer al miedo?".
-No, eso no es posible. No se puede sucumbir al miedo y luego vencerlo.Cuando se sucumbe, ya no hay nada que hacer. No se puede aprender ya mas porque el conocimiento da miedo, y uno no hace nada por aprender. Pero en cambio, si se trata de aprender por años a pesar del miedo, uno al final acabara por conquistarlo porque uno no se ha echado a perder".

-"¿Y como se vence al tercer enemigo, don Juan?".
-Uno tiene que enfrentársele al desafio, y espolearlo y darle duro; uno tiene que darle al poder con mucha cabeza. Uno tiene que entender sobre todo que el poder que parece conquistado no es en realidad nunca de uno. Sin entender esto uno se pierde para siempre entre las rendijas de uno mismo. Pero si se usa el poder con medida, uno se va dando cuenta de que hay solamente un modo de proseguir. El seguir fiel y respetuosamente lo que se ha aprendido en el camino del conocimiento. Solo así se puede ver que la claridad y el poder sin el control sobre lo que es “uno mismo” son fines que no valen. 
Si uno se da cuenta de que hay maneras de seguir con paciencia y medida, se llega a un punto donde todo, absolutamente todo, esta bajo control. Para ese entonces ya se sabe como y cuando usar el poder. Así es como se vence al tercer enemigo pero para ese entonces ya se esta al final de la travesía por el camino del conocimiento. 
Y casi sin darle tiempo a uno, casi sin aviso, uno se da de sopetón con el ultimo de sus enemigos, la vejez. 
El mas cruel de todos, el enemigo que no se vencerá jamás. El enemigo al cual uno nomás que puede ahuyentar por momentitos. Para ese entonces ya no se tiene el miedo que oscurece todo o la claridad que lo vuelve a uno impaciente. Para ese entonces todos los poderes están bajo control. Pero uno tiene en cambio un deseo invencible de descansar, y si uno no se las pelea con su adversario y su deseo de huir, si uno se recoge en la vejez, se pierde la ultima batalla y el cuarto enemigo lo vuelve a uno una criatura inútil. 
El deseo de descansar y olvidar dominaran a la claridad, al poder y al conocimiento. 
Pero si uno se despega del cansancio, y vive como manda su destino hasta el ultimo tirón, uno puede entonces llamarse Hombre de Conocimiento. Aunque solo sea por esos momentitos cuando se logra ahuyentar al ultimo, al enemigo invencible, esos momentos de claridad, de poder y de conocimiento son suficientes".

Don Juan se acostó contra el horcon de la ramada y miro hacia los cerros del bacatete en la distancia, A mi me invadió una extraña melancolía y dije por decir, "a la vejes no se puede evitarla".

-"No, ya ves, a mi me ha tirado al suelo”,  dijo don Juan, "ya me anda correteando, ya me hunde muy seguido".
Su voz era seria y enfática, su manera era sencilla y a la vez histriónica, el drama estaba encerrado en su tono sobrio. Un tono que me hizo dudar en ese momento, que don Juan pareciera un personaje inmortal, joven y eterno, que solo estaba jugando a ser viejo.

-"Usted es un verdadero hombre de conocimiento, don Juan", le dije con sincera admiración.
Me miro con una expresión medio seria y luego se rió.
-"¡No le Hagas!", dijo.

No parecía estar triste o cansado o sentirse de ningún modo diferente al don Juan que conozco. Sin embargo había algo en su aire que me había hecho entender, por primera vez, la intensidad con la que luchaba contra el último enemigo, su enemigo invencible.

Carlos Castaneda.

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