martes, 2 de agosto de 2016
GANADERÍA.
La toma de decisiones por consenso es típica de sociedades en las que no había ninguna forma de obligar a una minoría a aceptar la decisión de la mayoría, bien porque no había estado de acuerdo con el monopolio de la violencia, o porque el estado no tiene nada que decir sobre las formas locales de tomar decisiones.
Si no hay ninguna forma de obligar a aquellos que no comulgan con la decisión de la mayoría a someterse a esta, entonces lo último que uno querría hacer es realizar una votación: una contienda pública en la que por fuerza alguien será considerado perdedor.
La votación sería el medio más adecuado para conseguir humillaciones, resentimientos, odios y, en última instancia, la destrucción de las comunidades.
La democracia representativa, tal como existe en el parlamento y el congreso, aisla realmente a la gente. Una vez cada cuatro o cinco años tienen sus cinco minutos de democracia, emitiendo su voto para un grupo u otro, grupos sobre los que no tienen ningún control.
Mientras tanto, la gente ha sido sometida a un bombardeo propagandístico 24 horas al día y siete días a la semana por parte de los medios de comunicación. Esta embestida azuza y refuerza los temores, ansiedades y prejuicios de la gente.
En una situación de aislamiento, tanto en casa como ante la televisión y, más tarde, en la sala de votaciones, es más probable que la gente vote en contra de sus propios intereses debido a temores y prejuicios instintivos.
Una antropóloga en la luna. Blog.
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