martes, 7 de noviembre de 2017
DISGRESIÓN.
La mera existencia de personas capaces de negar el derecho a decidir a sus semejantes nos da la medida de hasta qué punto la noción de dominación está instalada dentro de cada uno de nosotros.
Negar la potestad de decidir en nombre de un bien superior, ya sea la legalidad, la patria, el estilo de vida… es situarnos en el plano de la sumisión, de la negación de nuestra potencialidad como humanos.
Porque una cosa es el derecho a decidir y otra muy distinta la libertad de decidir. Y libertad, tal y como hacemos funcionar el mundo y funcionamos nosotros mismos, tenemos más bien poca.
Quebrantando el silencio. Blog.
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