No tienes de qué tener miedo, amigo Sancho, porque estos pies y piernas que tientas y no ves, sin duda son de algunos forajidos y bandoleros que en estos árboles están ahorcados, que por aquí los suele ahorcar la justicia cuando los coge, de veinte en veinte y de treinta en treinta, por donde me doy a entender que debo estar cerca de Barcelona.
Del Quijote. Segunda parte. Capitulo LX.
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