Hace algunos años me preguntó el entonces presidente de la British Anthropological Society cómo podía yo explicar que un pueblo espiritualmente tan elevado como el chino no hubiese materializado ninguna Ciencia. Le repliqué que eso debía muy bien ser una ilusión óptica, pues los chinos poseían una “Ciencia” cuyo Standard Work era precisamente el I-Ching pero que el principio de esta Ciencia, como tantas otras cosas en la China, es por completo diferente de nuestro principio científico.
La ciencia del I-Ching, en efecto, no reposa sobre el principio de causalidad, sino sobre uno, hasta ahora no denominado –porque no ha surgido entre
nosotros– que a título de ensayo he designado como
Principio de Sincronicidad . Mis exploraciones de los procesos inconscientes, me habían ya obligado, desde hacía muchos años, a mirar en torno mío en busca de otro principio explicativo, porque el de causalidad me parecía insuficiente, para explicar ciertos fenómenos notables de la psicología de lo inconsciente.
Hallé en efecto que hay fenómenos psicológicos paralelos que no se dejan en absoluto relacionar causalmente entre sí, sino que deben hallarse en otra relación del acontecer. Esta correlación me pareció esencialmente dada por el hecho de la simultaneidad relativa, de ahí la expresión sincronicidad .
Parece, en realidad como si el tiempo fuera, no algo menos abstracto, sino más bien un continuum concreto, que contiene cualidades o condiciones
fundamentales que se pueden manifestar, con simultaneidad relativa, en diferentes lugares, con un paralelismo causalmente inexplicable como, por
ejemplo, en casos de la manifestación simultánea de idénticos pensamientos, símbolos o estados psíquicos. Otro ejemplo sería la simultaneidad destacada por R. Wilhelm de los períodos estilísticos chinos y europeos, que no pueden ser causalmente relacionados entre sí.
nosotros– que a título de ensayo he designado como
Principio de Sincronicidad . Mis exploraciones de los procesos inconscientes, me habían ya obligado, desde hacía muchos años, a mirar en torno mío en busca de otro principio explicativo, porque el de causalidad me parecía insuficiente, para explicar ciertos fenómenos notables de la psicología de lo inconsciente.
Hallé en efecto que hay fenómenos psicológicos paralelos que no se dejan en absoluto relacionar causalmente entre sí, sino que deben hallarse en otra relación del acontecer. Esta correlación me pareció esencialmente dada por el hecho de la simultaneidad relativa, de ahí la expresión sincronicidad .
Parece, en realidad como si el tiempo fuera, no algo menos abstracto, sino más bien un continuum concreto, que contiene cualidades o condiciones
fundamentales que se pueden manifestar, con simultaneidad relativa, en diferentes lugares, con un paralelismo causalmente inexplicable como, por
ejemplo, en casos de la manifestación simultánea de idénticos pensamientos, símbolos o estados psíquicos. Otro ejemplo sería la simultaneidad destacada por R. Wilhelm de los períodos estilísticos chinos y europeos, que no pueden ser causalmente relacionados entre sí.
Así como el cuerpo humano muestra una anatomía
general por encima y más allá de todas las diferencias raciales, también la psique posee un sustrato general que trasciende todas las diferencias de Cultura y Conciencia, al que he designado como lo Inconsciente Colectivo.
Esta psique inconsciente, común a toda la Humanidad, no consiste meramente en contenidos capaces de llegar a la Conciencia, sino en disposiciones latentes hacia ciertas reacciones idénticas.
El hecho de lo Inconsciente colectivo es sencillamente la expresión psíquica de la
identidad, que trasciende todas las diferencias raciales, de la estructura del cerebro. Sobre tal base se explica la analogía, y hasta la identidad, de los
temas míticos y de los símbolos, y la posibilidad de la comprensión humana en general.
C. G. Jung. El secreto de la Flor de Oro.
general por encima y más allá de todas las diferencias raciales, también la psique posee un sustrato general que trasciende todas las diferencias de Cultura y Conciencia, al que he designado como lo Inconsciente Colectivo.
Esta psique inconsciente, común a toda la Humanidad, no consiste meramente en contenidos capaces de llegar a la Conciencia, sino en disposiciones latentes hacia ciertas reacciones idénticas.
El hecho de lo Inconsciente colectivo es sencillamente la expresión psíquica de la
identidad, que trasciende todas las diferencias raciales, de la estructura del cerebro. Sobre tal base se explica la analogía, y hasta la identidad, de los
temas míticos y de los símbolos, y la posibilidad de la comprensión humana en general.
C. G. Jung. El secreto de la Flor de Oro.
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