Bernard Shaw, buen conocedor del Poder, puso en boca de uno de sus personajes literarios, el financiero Undershaft, unas esclarecedoras palabras en su obra «La Comandante Bárbara»:
¡El gobierno de tu país! Yo soy el gobierno de tu país, yo y Lazarus. ¿Crees que tú y unos cuantos principiantes como tú sentados en fila en esa institución de estúpido parloteo pueden gobernar a Undershaft y a Lazarus?
No, amigo mío, ustedes harán lo que nos convenga. Harán la guerra cuando nos sirva. Comprenderán que el comercio necesita ciertas medidas cuando nosotros hayamos decidido esas medidas. Cuando yo necesite algo que aumente mis ganancias, ustedes descubrirán que mi voluntad es una necesidad nacional, y cuando los demás necesiten algo que disminuya mis ganancias, ustedes llamarán a la policía y al ejército.
Como recompensa gozarán del apoyo de mis diarios y de la satisfacción de pensar que son grandes estadistas… Vuestras multitudes depositan sus votos y se imaginan que de esa forma gobiernan a sus gobernantes. ¡Votar! Cuando usted vota lo único que cambia son los nombres del Gabinete.
Alfonso de la Vega. Sobre la sociedad fabiana.
El mayor error que veo es que la gente espera una gran señal que les diga que las cosas han ido demasiado lejos. Una Gran Cosa que la policía o los legisladores o el presidente/líderes harán que cruzará la línea.
Nunca llegará porque no la cruzarán. Moverán la línea.
Esa línea que crees que estás detrás cambia todos los días con pequeñas acciones, proyectos de ley, legislaciones... Esa línea dejará de moverse un día y será demasiado tarde... Todos los días, tu sensibilidad está siendo erosionada por estas atrocidades deliberadas. Se está empujando el límite de lo que aceptarás.
Un día, todas estas cosas serán tu nueva normalidad.
Suyi Davies Okungbowa.
Suyi Davies Okungbowa.
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