Habremos de imaginar nuevos insultos, nuevos exabruptos, nuevas maldiciones, para aplicar a los modernos autócratas y dictadores, a los nuevos degenerados, estúpidos, inquisidores, delincuentes; detenten o no cargos públicos, porque los empleados habitualmente ya se van quedando cortos.
Muy, pero que muy cortos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario