La dominación quebranta los mecanismos de autorregulación de la vida y, de manera específica, el sistema libidinal, el funcionamiento natural del cuerpo y la capacidad de organización social de los seres humanos.
La capacidad de entendimiento y la lucha contra el fratricidio.
(resumen)
Todo
lo que está ocurriendo tiene un trasfondo: la capacidad de
entendimiento humano que lucha por abrirse paso frente al fratricidio.
1.-
Los seres humanos ansiamos el entendimiento con nuestr@s vecin@s,
familiares, amig@s, compañer@s, etc. y son las creencias fratricidas que
nos inculcan lo que impide su desarrollo (a menudo acompañadas de
fanatismo político, religioso, etc.).
2.-
En nuestro país, las creencias fratricidas fraguaron socialmente a
comienzos del siglo pasado en dos formaciones: las derechas y las
izquierdas que llegaron al extremo de la guerra civil entre herman@s. Lo
cual supuso y supone un alto grado de fanatismo.
3.-
Las creencias fratricidas han sido elaboradas y propagadas con un solo
fin: ocultar la dominación y los privilegios de una minoría social, que
se empezó a ocultar detrás de uno de los dos bandos, cuando no pudo ya
proclamar abiertamente la defensa de sus intereses.
Durante cientos de años, las élites privilegiadas dominantes han formado ejércitos de soldados dispuestos a luchar y a morir por sus intereses particulares minoritarios. Pero a partir del siglo XVIII, en el que teóricamente se reconoce la igualdad de los seres humanos, las élites dominantes han desarrollado estrategias políticas para ocultar tras de ellas sus objetivos: tales como el nacionalismo, el fanatismo religioso, los imperativos económicos, o, recientemente, un supuesto diseño social perfecto e inteligente.
Físicamente se esconden detrás de algún eufemismo, como lo es ahora el de ‘los mercados’.
4.-
La estrategia del fratricidio también comporta acciones específicas de
provocación: realizando desde los bandos enfrentados las mayores
crueldades con el único objeto de azuzar el odio fratricida. Para ello
desarrolla las más sofisticadas y ambiciosas técnicas de infiltración.
5
- El fanatismo ideológico empuja al fratricidio, a hacer daño al
hermano o a la hermana; pero tiene un límite, y choca con la propia
capacidad y voluntad de entendimiento de cada ser humano.
La capacidad de entendimiento de los seres humanos se pone de manifiesto cuando una persona se revuelve contra determinadas prácticas fratricidas extremas (torturas, crímenes de lesa humanidad, enrevesados y sutiles planes de destrucción de personas, etc.). Y hay numerosos ejemplos de que esto ha sucedido ya y sucede en nuestro fratricidio hispánico: son la prueba de que la lucha contra el fratricidio es posible y, en cierto modo, ha comenzado. Pero esta lucha requiere comprender puntualmente los mecanismos del fratricidio.
6.-
El grado de fanatismo es correlativo a la capacidad de entendimiento
humano que debe neutralizar. Recientemente hemos tenido ocasión de
comprobarlo con la espiral de crispación puesta en marcha para atizar la
división de las dos Españas. El fanatismo tiene una componente
emocional y sentimental: el odio fratricida.
Cuanto más extremo es el fratricidio y más crueldad un herman@ tiene que infligir a otro herman@, más fanatismo se debe incorporar a las creencias fratricidas, y también más fanatismo a la obediencia sin fisuras a la autoridad.
7.-
El fratricidio, en tanto que estrategia de una minoría social para
preservar sus privilegios, sólo es posible gracias a la jerarquización
de la mentira y de la misma ejecución del daño fratricida.
Sólo la cúspide de la pirámide conoce la verdad de la estrategia fratricida, que se sustrae en un primer grado en el nivel inmediato, y luego en un segundo grado en el siguiente, y así sucesivamente hasta llegar abajo. Las personas que forman parte de la base de la pirámide desconocen la verdad de la estrategia. Solo la pueden percibir por su cualidad fratricida, cuando el daño a infligir a la víctima choca con su capacidad y su voluntad de entendimiento.
8.-
La observación de una aplicación concreta de la estrategia fratricida,
muestra la parcelación y la jerarquización de la verdad: cada persona
sólo conoce la parte que le toca ejecutar, pues si la conociera entera,
no estaría dispuesta a ejecutar su parte.
Es
lo que explicó Stanley Milgram en su estudio llevado a cabo en los años
60 del siglo pasado, sobre ‘la obediencia a la autoridad’ [La obediencia a la autoridad, un punto de vista experimental.
Desclee de Brouer, Bilbao, 1980; tanto el libro como los videos de su
experimento se pueden descargar en internet], en el que explicaba cómo
es posible realizar un genocidio masivo, parcelando la verdad de dicho
genocidio, y parcelando su ejecución.
Milgram, en su experimento, demostró que era el grado de aceptación de la autoridad superior lo que neutralizaba la capacidad de empatizar con la víctima, y que la verdad se escamoteaba en nombre de la obediencia a dicha autoridad. Y aunque por lo general, en un alto porcentaje, las personas estaban dispuestas a matar por obediencia a la autoridad, había sin embargo un límite. Este límite, a partir del cual las personas se negaban a ejecutar la orden de hacer daño a una víctima inocente, descendía drásticamente en el momento en que percibían contradicciones o disensiones internas en la autoridad que la dictaba. (Por eso es condición de la derecha, en cuya cúspide se esconde la minoría social que organiza el fratricidio, ser siempre políticamente monolítica y objetivamente totalitaria)
Así
pues, la verdad del fratricidio en general (el genocidio es una forma
particular de fratricidio), se escamotea no solo con las creencias
fratricidas, sino también gracias a la jerarquización de la verdad, que
presupone la obediencia ciega a la autoridad.
9.-
El análisis concreto de la actuación de las diferentes personas que
toman parte de un plan concreto de la estrategia fratricida, pone de
manifiesto la parcelación de la verdad sobre dicho plan.
Muchas víctimas –o testigo@s que han empatizado con las víctimas- que han llegado a conocer en concreto algunos planes de estas estrategias, pueden dar testimonio del conocimiento relativo que tenían de dicho plan, las diferentes personas implicadas en su ejecución.
10.-
En nuestro país la minoría social que inició la estrategia fratricida
que desembocó en la Guerra Civil de 1936, eran miembros de 300 familias
de la oligarquía hispana.
Ni siquiera la verdad de la estrategia era accesible a todos los miembros de cada familia, sino que ésta se administraba según una jerarquía interna, y se acompañaba de su correspondiente engaño y fanatismo sentimental (religioso, nacionalista, grandeza de sangre, etc.); es decir, la verdad se administraba según el grado de acorazamiento psicosomático de cada miembro de la familia y según el grado de fanatismo y de engaño adquirido por cada uno de sus miembros.
Una
pequeñísima minoría fue capaz de arrastrar a cientos de miles de
personas a una guerra civil (sólo para evitar unas relativamente
pequeñas reformas que la II República pretendía realizar, y que
lesionaban sus extraordinarios privilegios).
Ello pone de manifiesto la importancia de comprender de manera concreta, los mecanismos de la estrategia de la dominación.
También pone de manifiesto hasta qué punto la capacidad de
entendimiento del ser humano existe y es un obstáculo para el
fratricidio.
11.-
El primer credo del fratricidio es creer aquello del ‘o tu o yo’, lo
cual se imparte sutilmente en la educación como ‘sana competencia’. En
realidad, la verdad es lo contrario, que yo no puedo ser sin ti.
La capacidad y la voluntad de entendimiento son inherentes a todo ser humano, y sólo se pueden obviar mediante una rígida educación y adiestramiento en el acorazamiento psicosomático
La
capacidad de entendimiento del ser humano tiene dos componentes: la
palabra y la empatía producto de nuestro sistema libidinal.
La capacidad para la palabra y la capacidad de amar, juntas, permiten objetivamente el entendimiento entre los seres humanos.
La
estrategia fratricida se elabora necesariamente convirtiendo la palabra
en mentira y el amor en odio. Semejante estrategia -la racionalización y
la construcción política del odio fratricida- no puede ser de interés
general. Y efectivamente, no tiene otro objetivo que el de preservar el
dominio y los privilegios de una minoría social.
Casilda Rodrigáñez. 11 de septiembre 2011. |
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