lunes, 8 de julio de 2013

GANADERÍA.


Escribía el obispo Berkeley en 1755: 
"¿No sería la creación de necesidades el mejor medio de hacer
industrioso al pueblo?".




La mayoría de las innovaciones técnicas que permitieron a las

industrias desarrollarse ya habían sido descubiertas desde hacía cierto tiempo, pero se habían mantenido sin emplear. 
Su aplicación a gran escala no fue una consecuencia mecánica, sino que procede de una elección de las clases dominantes en un momento dado de la historia. Y ésta no responde tanto a una inquietud por la  eficacia puramente técnica, eficacia a menudo dudosa,como a una estrategia de domesticación social.

La pseudo-revolución industrial se revela de este modo como una empresa de contra-revolución social. Solo existe un progreso: el progreso de la alienación.



La resistencia de los primeros obreros de fábrica se manifestaba principalmente respecto de lo que había sido una de sus escasas propiedades y de la que se veían desposeídos: 

su tiempo. 
Una vieja costumbre religiosa dictaba que la gente no trabajase ni en domingo ni en lunes, llamado este “Lunes Santo”. El martes estaba consagrado a reponerse de dos días de borracheras, con  lo que el trabajo no podía empezar sino el miércoles.

Esta saludable práctica, general a principios del siglo XX, subsistió en algunos oficios hasta 1914. Los patrones usaron diversos medios coercitivos para combatir este absentismo
institucionalizado, sin resultados. 
Fue a medida que se implantaron los sindicatos que la fiesta del sábado por la tarde vino a sustituir al “Lunes Santo”. 
Gloriosa conquista: ¡La semana laboral aumentaba así en dos días!.


No es solamente la cuestión del tiempo de trabajo lo que está en juego en el “Lunes Santo” sino también la del uso del dinero. Los obreros no volvían a trabajar antes de haber gastado todo su salario. 
Desde esta época, el esclavo ya no era considerado como trabajador sino también como consumidor. Adam Smith había teorizado la necesidad de desarrollar el mercado interior abriéndolo a los pobres.
De forma todavía marginal, el salario otorgado a los pobres vino pues a adaptarse a las necesidades del mercado.

Leopold Roc. Os Cangaceiros. Selección de artículos (1985/87).

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