Poco o ningún valor se le da a la verdad en la era de la modernidad y aunque existen “atisbos de verdad” en determinados ámbitos como en las relaciones personales, en general es ocultada, despreciada y reprimida por la inmensa mayoría de la población.
Además, el contexto social no hace nada por mejorar esta situación, sino todo lo contrario.
La especie errante. Blog.
En la guerras no se sabe por qué se lucha y la razón para este sinsentido es que, en realidad, los motivos son ajenos al ser humano normal.
Los gobernantes se encargan de vendernos miedo, de amedrentarnos con enemigos y riesgos, etéreos o reales, que son los que les convienen para poder estar en el poder. Así se vuelven imprescindibles.
Los militares usan, o más bien abusan, de las mismas técnicas para mantener su permanencia y necesidad.
¿Cómo hemos sido tan ingenuos de darles tanto poder a los gobernantes y a los militares, cómo hemos asumido que deben ellos cargar con la responsabilidad de la defensa?.
Esta delegación de funciones es la que ha impedido mantener la soberanía ciudadana en los temas de defensa y nos ha hecho servidores de intereses particulares y ajenos a la sociedad.
A lo largo de la historia, todas las instituciones que han tenido el poder han utilizado el miedo para conseguir sus objetivos:
las instituciones religiosas con el pecado (el premio y el castigo), las instituciones políticas con el delito (lo correcto y lo incorrecto), las instituciones educativas con el saber (lo apropiado y lo inapropiado), las instituciones económicas con el trabajo (lo productivo y lo improductivo).
Una vez el sistema se acepta como correcto, el individuo tiene miedo a ser improductivo, a hacer algo inapropiado, a ser castigado, etc.
Y es así como los objetivos de las personas en el poder se convierten en los objetivos propios de poder, no en los objetivos del bien común.
Les interesa su modo de vida, sus privilegios, su forma de entender los conflictos y, sobre todo, su forma de sacar provecho en interés propio de tales conflictos.
Juan Perez Ventura. La geopolitica del miedo.
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