miércoles, 26 de noviembre de 2014

INFORMATIVOS.

Cuando somos pequeños se nos va educando, y este educar consiste en que se nos va diciendo lo que hay que hacer, cómo hay que hacerlo, y también lo que no hay que hacer. 
El niño va aprendiendo eso que se le enseña, pero no sólo lo aprende,sino que lo acepta tal como se le da, es decir, como la verdad y el bien. 
O sea, que el niño se identifica a sí mismo como valor en tanto que modelo y en tanto que modo particular de ser.

El niño va aceptando esta idea -que se le da- de que él no vale como ser, sino que su único valor está en su modo de ser, de que él no “es”. Él es o bueno o malo, o listo o tonto, pero el “ser”, él “es” no existe, no tiene ningún valor.


El “ser” (este foco de inteligencia, de energía y de afectividad), es algo central en el niño, en todo el mundo, es algo central que surge del fondo: del fondo de la mente, del fondo de la afectividad, del fondo de la energía.

En cambio, el modo de ser se adquiere a través de la mente concreta y, en la medida en que el niño acepta que su valor está en el modo de ser, necesita retener el modelo con su mente concreta, provocando la progresiva desconexión de su fondo natural.
Al situarse en el sector más exterior de la mente se desconecta del fondo, allí donde está su propia fuente de energía vital y por lo tanto su propia conciencia de seguridad como ser concreto.

Se desconecta también de su fondo afectivo, el fondo afectivo de donde está fluyendo toda su capacidad de amar, de gozar, de felicidad.
Se desconecta también de su fondo mental, desde donde el niño tiene la capacidad de ver por sí mismo. Se desconecta de su capacidad de evidencia y entonces todo él empieza a vivir a partir de esa fachada, del modo de ser.


La desconexión de este fondo de seguridad, de este fondo de felicidad, de este fondo de evidencia, impide al niño que viva directamente, en su fuente, estas cualidades básicas, obligándole a proyectar en el exterior. 

Entonces estará exigiendo que el exterior le dé seguridad, que el exterior le dé felicidad, que el exterior le dé la información que ha de aceptar.

Del fondo surge todo lo que soy capaz de vivir y uno se desconecta del fondo para instalarse en la mente externa y convierte esta mente externa en un centro artificial.
Lo importante es que se vea claro que el modelo implica -cuando se convierte en centro- la desconexión del centro natural. 


Antonio Blay.

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