viernes, 25 de agosto de 2017
GANADERÍA INTENSIVA.
El nacionalismo es la ideologia de los tontos, pero siempre hay quien saca partido de ella.
Juan Eslava Galan.
Aprendimos la instrucción militar en diez semanas y, en tan poco tiempo, nos transformamos más radicalmente que en diez años de colegio. Supimos que un botón reluciente es más importante que cuatro tomos de Schopenhauer.
Al principio, sorprendidos; después, indignados; por fin, indiferentes, constatamos que lo importante no parecía ser el espíritu sino el cepillo para las botas, no el pensamiento sino el sistema, no la libertad sino la rutina. Nos habíamos alistado llenos de entusiasmo y buena voluntad y, sin embargo, se hizo todo lo posible para que nos hartáramos.
Transcurridas tres semanas, ya no nos parecía inconcebible que un ex cartero con galones tuviera más poder sobre nosotros que el que antes tenían nuestros padres y nuestros profesores, y que todos los núcleos de cultura reunidos desde Platón hasta Goethe. Con nuestros jóvenes ojos despiertos veíamos que la noción clásica de patria, enseñada por los maestros, se realizaba allí, por el momento, en un abandono tal de la propia personalidad que nadie se hubiera atrevido a exigírsela al más ínfimo de sus sirvientes. Saludar, cuadrarse, desfilar, presentar armas, dar media vuelta a la derecha, media a la izquierda, golpear con los tacones, aguantar insultos y mil otras estupideces.
Habíamos creído que nuestra misión sería muy distinta y nos encontramos con que nos preparaban para el heroísmo como quien adiestra caballos de circo. Sin embargo, nos acostumbramos pronto. Incluso comprendimos que una parte de todo aquello era tan necesaria como superflua la otra.
El soldado tiene la nariz muy fina para estas cosas.
Erick Maria Remarque.
Extaido de "La primera guerra mundial contada para escépticos" de Juan Eslava Galán.
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