PLACIO Y MEDIO.
Son, Placio, dulces las horas que tu mirada y la mía
se fecundan y demoran al atardecer del día,
cuando solos a la sombra de siemprevivas del bosque
aspiramos con fruición de nuestros cuerpos el goce.
¡Qué momentos, corazón! ¡Qué horas, qué días, qué noches!
No es el mundo nada más que el jardín que nos acoge,
no es otra cosa el color de las nubes y las flores
sino la continuación de nuestras palpitaciones.
Tu nombre, Placio, me llena; Placio, tu nombre me guía,
me libera de tumultos, se disuelve en mi saliva;
Placio, tu nombre... tu nombre, tu nombre y tú y esta dicha
que nos confunde y embriaga, que nos eleva y confía,
y, Placio, yo que te miro y tú, Placio, que me miras,
extasiados nos miramos tumbados entre sandías
rojas como tu pasión y tambien como la mía,
rojas como rojas son nuestras, Placio, atardecidas.
Son, Placio, dulces las horas que tu mirada y la mía
se fecundan y demoran al atardecer del día,
cuando solos a la sombra de siemprevivas del bosque
aspiramos con fruición de nuestros cuerpos el goce.
¡Qué momentos, corazón! ¡Qué horas, qué días, qué noches!
No es el mundo nada más que el jardín que nos acoge,
no es otra cosa el color de las nubes y las flores
sino la continuación de nuestras palpitaciones.
Tu nombre, Placio, me llena; Placio, tu nombre me guía,
me libera de tumultos, se disuelve en mi saliva;
Placio, tu nombre... tu nombre, tu nombre y tú y esta dicha
que nos confunde y embriaga, que nos eleva y confía,
y, Placio, yo que te miro y tú, Placio, que me miras,
extasiados nos miramos tumbados entre sandías
rojas como tu pasión y tambien como la mía,
rojas como rojas son nuestras, Placio, atardecidas.
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