viernes, 8 de septiembre de 2017

LENGUAMIENTOS.


Jerry Mander entre otros, hace cuarenta años, y por tanto antes de la imposición definitiva de la era digital, ya alertaba de los peligros de la tecnología y su tendencia al estado alfa en el que esta nos sumerge (concepto aplicado a la televisión, sobre la que versan sus estudios, pero extrapolable a los efectos causados por cualquier tecnología visual actual). 
Otros, como Nicholas Carr, en su obra Superficiales, inciden en los daños cognitivos irreparables que produce la cada vez mayor falta de profundidad de nuestro pensamiento, causada en gran medida, no solo por el canal que empleamos para elaborarlo y transmitirlo, sino por el tipo de lenguaje al que lo sometemos, favoreciendo su superficialidad y haciéndolo vulnerable, una vez más, y del modo más sutil que podamos imaginar, al control por parte de los que ostentan el poder. 

Algunos otros, como los pensadores de la Escuela de Frankfurt, especialmente Adorno, Horkheimer o Marcuse, denunciaron en los años veinte del pasado siglo esta nueva forma de control y dominio a través de la tecnología incipiente que empezaba a desarrollarse y expandirse por el mundo a través de la radio, la televisión o la publicidad, bajo el entramado de la llamada industria cultural y del entretenimiento, y que hoy día alcanza su máximo apogeo a través de las telecomunicaciones que prescinden del lenguaje como tal y de la esencia que le es propia.

Patricia Terino.


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