martes, 23 de enero de 2018
CULTURA GENERAL.
La opinión es la forma más baja del conocimiento, si es que puede considerarse conocimiento.
Platón, en La República, esquematizó cuatro formas de conocer o relacionarse con la realidad: noesis, dianoia, pistis yeikasia.
Noesis es la aprehensión o intuición directa de principios, esto es lo que llamaríamos hoy sabiduría o entendimiento y lo cual tiene un nivel filosófico.
Dianoia es conocimiento en el plano de la mente discursiva y tiene un nivel sólo científico. Estas dos primeras entran en la clasificación de episteme.
Pistis es creencia o fe, sentido común práctico.
Eikasia es conjetura, chisme, opinión. Estas dos últimas entran en la clasificación de doxia (opinión).
Creo que queda muy claro cuáles predominan hoy en día.
En un famoso pasaje del Fedro, Sócrates toma la voz narrativa del rey egipcio que recibe la invención de la escritura del dios Thoth:
“Y ahora tú, precisamente, padre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes poderes contrarios a los que tienen. Porque es obvio lo que producirán en las almas de quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos.
No es, pues, un elixir de la memoria lo que has hallado, sino un simple recordatorio. Apariencia de sabiduría es lo que proporcionas a tus alumnos, que no verdad. Porque habiendo oído muchas cosas sin aprenderlas, parecerá que tienen muchos conocimientos, siendo, al contrario, en la mayoría de los casos, totalmente ignorantes, y además difíciles de tratar, porque han acabado por convertirse en sabios aparentes en lugar de sabios de verdad.”
El pasaje es complejo ya que, por un lado, es debido a la escritura que podemos tener acceso a las mentes brillantes de pensadores como Platón, de cuya lectura el conocimiento tiene la posibilidad de transformarse en sabiduría, como si fuere en realidad un “elixir de la memoria”.
Por otro lado, si en este pasaje cambiáramos la tecnología de la escritura por la tecnología de la información, sonaría ominosamente acertado.
Alejandro Martínez Gallardo.
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