jueves, 22 de febrero de 2018

GANADERÍA.


El androginismo es una de las dimensiones centrales del transhumanismo, que es la metamorfosis más dramática que está sufriendo la humanidad en milenios, ya que va a suponer la transformación radical de la reproducción humana.

Esto es lo que está en el corazón del transhumanismo: la transformación de la reproducción humana de una forma natural en una forma artificial.

Como el término 'transhumanismo' expresa, este proceso consiste en la transformación del humano en transhumano.
Lo que pocos comprenden es que este transhumano será, además, de dos tipos básicos: el suprahumano y el infrahumano.
El suprahumano será el producto de la eugenesia, y el infrahumano de la disgenesia. El suprahumano será un ser humano "mejorado" tecnológicamente, pero todavía fruto de la fertilidad natural. El infrahumano será una mercancía producida en laboratorio, al mismo tiempo que un esclavo de control mental propiedad de los suprahumanos.

Esto es lo que está en el trasfondo de esta agenda androginizadora milenaria: transformar la fertilidad humana, de natural en artificial. Y esto coincide con la transformación total del humano en mercancía.
Capitalismo, transhumanismo y androginismo convergen, de la misma manera que lo hacen producción tecnológica y reproducción de vida humana. Solo que para nosotros el término correcto de esta producción mercantil y artificial es vida infrahumana.
Se trata de la producción artificial del infrahumano como sustitución de la reproducción natural del humano.

Es en este contexto donde hay que inscribir toda una serie de movimientos sociales que venimos padeciendo especialmente desde las últimas décadas, desde el feminismo moderno a la homosexualización, así como la llamada violencia de género.
Todos estos movimientos son construidos artificialmente por los ingenieros sociales a partir de la noción aún más artificial y engañosa de "igualdad", que es en realidad un igualamiento empobrecedor y destructor de la tensión vital entre los dos sexos naturales.
Esta igualdad de género es la extensión al ámbito sexual de la noción de igualdad político-económica, igualmente manipuladora, empobrecedora y destructora de las sociedades tradicionales, ricas en variedades, complementariedades y jerarquías sociales bien entendidas.

Dicho de una manera mucho más simple: lo que persigue esta agenda es arrebatarle a la mujer una parte fundamental de sí misma, como es su matriz creadora de vida.
Esto es, arrebatarle a la sociedad natural, compuesta de mujeres y de hombres, su vitalidad como zoé o entidad social fértil, creadora, capaz de regenerarse naturalmente.
Esta amputación brutal de la esencia de la naturaleza humana es más evidente en el caso de la mujer. O en otras palabras, lo que está en la base de este proceso milenario, que hoy se consuma en la forma del transhumanismo, es una ingeniería inversa en la que se produce una matriz artificial a partir del modelo de la matriz natural.

Lo que se busca es demonizar a la mujer natural y todo lo que esta encarna. Y al mismo tiempo, ensalzar los valores masculinos en lo que estos tienen de más dominantes, racionales y artificiales. Pero en ambos casos esto hay que hacerlo de manera implícita, encubierta, sibilina, no declarada. Los hombres tienen que feminizarse. Pero, aún más, las mujeres tienen que masculinizarse. Y en general, ambos tienen que desnaturalizarse, esto es, tienen que tomar como natural y normal transformarse en sociedades humanas artificiales, como pone de manifiesto el hecho de que terminen aceptando, después de siglos de programación traumática, la renuncia a su tendencia fundamental, natural y sana de conformar zoés o entidades sociales biológicas naturales.

Pedro Bustamante.

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