domingo, 24 de marzo de 2019

ANÉCDOTA.


En una ocasión iban caminando por una ciudad un monje y una bodhisattva. 
Al ver pasar un autobús el monje dijo:
– Ese autobús existe porque mis ojos lo ven y mis oídos lo escuchan, ese autobús no es más que una proyección de mi mente.

La bodhisattva dijo:
– Tus ojos y tus oídos existen porque ese autobús ha pasado por ahí, tu mente es una proyección de ese autobús.

Sin decir nada más llegaron al dojo y se sentaron en zazen, y al experimentar el samadhi que es el rey de los samadhis, el samadhi dezazen, observaron la aparición y el desvanecimiento del autobús y la aparición y el desvanecimiento de la vista y el oído, y al recitar el Hannya Shingyo obtuvieron el gran satori de Buda. 

Todos los fenómenos, ya sean la vista, el oído o el autobús, existen sin sustancia, sin un ego propio, existen en la red de Indra, en interdependencia mutua, todo es Ku, vacuidad, todo es Shiki, fenómenos. 
Así que al levantarse de zazen se fueron a tomar una cerveza junto con el resto de monjes y monjas budistas, con los bodhisattavas y practicantes de la Vía, y juntos celebraron esta vida efímera y hermosa que es como un sueño, como una flor de vacuidad. Y todos los budas y patriarcas budistas del pasado, del presente y del futuro tomaron una cerveza junto con ellos y ellas, y el Buda Maitreya que habita el cielo de Tuchita se alegró de que la Vía del Buda siguiese practicándose aún por un poco de tiempo. 

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