Según Hesiodo, el nombre de los Titanes provenía del vocablo griego titaínontas, que quería decir “aquellos que extienden demasiado los brazos”.
Esto lo podemos entender como aquellos que intentan abarcar demasiado o se van a los extremos en su deseo de poder ilimitado.
Pues lo titánico vive en una carrera desaforada hacia el extremo, en la que no hay la más mínima concepción de equilibrio. Su reinado precede y sucede eternamente al de los dioses, que son los defensores de la estabilidad y el equilibrio.
La última era titánica fue la de la Roma Imperial, la cual, sin ser un capitalismo salvaje como el actual sí tuvo un fondo similar a la civilización actual, con su extrema burocratización y avance del Estado Público, su excesivo “refinamiento” civilizador y la necesidad constante de expansión para mantener el nivel de vida cada vez más caro de la decadente sociedad romana.
Actualmente llevamos más de dos siglos adentrándonos en los dominios de lo titánico a marchas forzadas y en forma creciente, habiendose llegado a una forma exponencial en las últimas décadas. El tope no puede estar muy lejos, si no es que ha sido ya alcanzando.
Capitalismo crepuscular. Blog.
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