Sea cual sea el nombre tras el cual se ampare, fascismo, democracia o dictadura del proletariado, el enemigo capital sigue siendo el aparato administrativo, policial o militar; no el de quien está enfrente, que no es nuestro enemigo, ni el de nuestros hermanos, sino aquel que se dice nuestro defensor y nos convierte en sus esclavos. En cualquier circunstancia, la más vil de las traiciones consiste siempre en aceptar subordinarse a ese aparato y en pisotear todos los valores humanos, los de uno mismo y los de los otros, para servirle.
Simone Weil.
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