Desde los primeros instantes del primer día, cuando se les corta el pelo al cero, desde la primera reunión con los reclutas y el sargento instructor, cuando empieza el tratamiento del shock, hasta la ausencia total de intimidad y de privilegios derivados, los marines se convierten en cuerpo y alma en propiedad de la marina. A través del miedo se les enseña la disciplina. La disciplina se transforma en agresividad.
Extraído de un documento sobre adiestramiento militar en EEUU.
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