miércoles, 6 de febrero de 2013
PROPUESTA.
1. Aflójese la ropa. Quítese todo lo que oprime el cuerpo.
"Pero si el sostén no me aprieta... —me dicen a menudo— estoy acostumbrada a él."
En realidad, la piel aparece surcada por marcas profundas.
Échese en el suelo boca arriba. Completamente extendido.
Los brazos a lo largo del cuerpo, las palmas vueltas hacia el cielo, los pies en la postura que ellos adopten espontáneamente. Deje instalarse el silencio. Le será más fácil si cierra los ojos.
Quizá no se sienta demasiado cómodo. Tenga paciencia. No cambie nada. Observe simple mente. ¿Cuáles son los puntos de contacto de su cuerpo con el suelo?
Fíjese en cómo se apoyan:
-Los talones. Un talón con respecto al otro.
-Las pantorrillas.
-Las nalgas. Los huesos de la pelvis. El sacro.
-La espalda. ¿Cuántas vértebras se apoyan en el suelo?
—Los omóplatos. ¿Y en relación con la columna? ¿Y uno en relación con el otro?
—Los hombros. ¿Nota la distancia entre ellos sobre el suelo?
—La cabeza. ¿Siente su peso? ¿Localiza su punto de contacto con el suelo?
Preste atención a las mandíbulas. Si están apretadas, trate de aflojarlas. Deje que la lengua se ensanche en el interior de la boca. Permítale que ocupe todo su lugar en la cavidad bucal.
Ya está. Ese es el comienzo del trabajo.
Therese Bertherat - Carol Bernstein.
"El cuerpo tiene sus razones. Autocura y antigimnasia."
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