En una tesis que sin duda despierta polémica pero igualmente hace ver la antigüedad de la propaganda como un mecanismo de poder y control, el investigador estadounidense Joseph Atwill sostiene que la historia mesiánica de Jesucristo fue en realidad un invento del Imperio Romano para pacificar a los más pobres, un “sistema de control mental para producir esclavos que creían que Dios había decidido su esclavitud”.
Atwill es autor de Caesar’s Messiah: The Roman Conspiracy to Invent Jesus, un libro recién publicado en el que desmonta la idea de que el cristianismo comenzó como una religión y, en su lugar, lo coloca como una sofisticada maniobra de propaganda gubernamental.
De acuerdo con el investigador, los libros que integran el Nuevo Testamento (base de la doctrina cristiana) no fueron escritos por los evangelistas y otros personajes a quienes la tradición y el dogma atribuyen su autoría, sino por un grupo específico de aristócratas romanos en el siglo I de nuestra era.
Según esta interpretación, uno de los motivos detrás de dicha estrategia fue la persistente rebeldía del pueblo judío y, en particular, sectas religiosas que so pretexto de esperar la llegada de un “Mesías guerrero”, con frecuencia desafiaban la hegemonía de Roma. En cierto punto el Imperio dejó de lidiar con este problema por la vía armada y, a cambio, optó por la psicológica, según defiende Atwill.
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