martes, 26 de mayo de 2015

AGRICULTURA Y GANADERÍA.


La devastación de la vida es algo previo que el Poder debe realizar antes de acometer la extorsión y la explotación de la vida, tal y como hicieron los españoles que llegaron al continente americano, arrasando la selva para poder hacer las plantaciones de monocultivos extensivos. 
Siempre, antes de las acciones de explotación, de acaparación y de acumulación, hay una acción de devastación de la abundancia y de la riqueza de la vida.

Lo originario del Capital -de la propiedad patrimonial- no es la acumulación sino la devastación. Antes de la construcción del Estado y de la Familia hubo también una devastación del tejido social de apoyo mutuo.

Y para domesticar al ser humano se realiza también una devastación en cada pequeña criatura humana, para así poner en marcha el proceso de educación de las emociones y de la psique.

Lo que ocurre es que se realiza de tal modo que no nos apercibimos de ello porque nos presentan los resultados de la devastación como si fuera lo que había habido siempre, como si no hubiera habido una devastación anterior. 
Es como si incendian un bosque y luego nos dicen que no hubo nunca ni incendio ni bosque, y que lo que siempre hubo es un desierto.


Voy a tratar de explicar el tipo de devastación que padece la criatura humana. 

Cuando hace ya más de 100 años se investigó la psique humana y se inventó el concepto de «inconsciente» para definir la parte no consciente de nuestra condición humana, se encontraron con lo que se ha venido llamando «complejo de Edipo», o triangulación edípica de los deseos, de las emociones y de los sentimientos, y nos lo presentaron como lo propio de la condición humana, como algo innato. 
Pero como dijeron Deleuze y Guattari, el Edipo no es innato, sino que es precisamente la parte de la psique ya educada y modelada de acuerdo con el orden social; que sirve además para tapar lo que había antes de la edipización, para enmascarar la herida de la devastación.

Casilda Rodrigañez.

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