viernes, 9 de septiembre de 2016

ECOS DE SOCIEDAD.


Las sociedades primitivas son sociedades sin Estado: este juicio, exacto en sí mismo, disimula en realidad una opinión, un juicio de valor que grava desde el principio la posibilidad de constituir una antropología política en tanto que ciencia rigurosa.

Lo que en realidad se enuncia es que las sociedades primitivas están privadas de algo (el Estado)­, que les es, como a toda otra sociedad, la nuestra por ejemplo, necesario. Estas sociedades serían pues, incompletas. No son en realidad verdaderas sociedades, ­no son civi­lizada, subsisten experimentando una caren­cia (carencia del Estado) que intentarían, siempre en vano, lle­nar. 

Más o menos confusamente eso es lo que dicen las crónicas de los viajeros o los trabajos de los investigadores: es imposible pen­sar la sociedad sin el Estado. El Estado es el destino de toda socie­dad. 
En esta actitud se revela un fondo etnocéntrico, tanto más só­lido cuanto que es a menudo inconsciente. La referencia inmedia­ta, espontánea, es, si no lo más conocido, en todo caso lo más fa­miliar. 
Cada uno de nosotros lleva efectivamente en sí, interiori­zada como la fe del creyente, la certidumbre de que la sociedad es pa­ra el Estado.

Pierre Clastres La sociedad contra el Estado.

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