De manera que el Estado liberal predica el individualismo, pero no lo practica. El individualismo es para la plebe, pues el Estado y sus formaciones se sirven de un tipo pervertido de colectivismo que es sobremanera efectivo para el cumplimiento de sus fines: lograr el poder absoluto sobre un pueblo que, además, está atomizado, desocializado, convertido a una vil y suicida religión del ego, como acontece ahora, tras 250 años de prédica sin tregua e imposición obsesiva del individualismo, del desamor de unos a otros, quehacer en el que han derrochado y derrochan lo mejor de su ingenio artistas, profesores e intelectuales.
Félix Rodrigo Mora “La Democracia y el Triunfo del Estado.
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