sábado, 18 de febrero de 2012

GANADERÍA.

Mientras el Estado se unifica y robustece, el pueblo se atomiza, desintegra y divide. El individualismo es predicado e impuesto –desde arriba– al pueblo, pero no al Estado, pues en su interior hay antiindividualismo, subordinación rígida de la persona a los intereses del aparato, jerarquía rigurosa; en suma, unidad estricta y reglada.

De manera que el Estado liberal predica el individualismo, pero no lo practica. El individualismo es para la plebe, pues el Estado y sus formaciones se sirven de un tipo pervertido de colectivismo que es sobremanera efectivo para el cumplimiento de sus fines: lograr el poder absoluto sobre un pueblo que, además, está atomizado, desocializado, convertido a una vil y suicida religión del ego, como acontece ahora, tras 250 años de prédica sin tregua e imposición obsesiva del individualismo, del desamor de unos a otros, quehacer en el que han derrochado y derrochan lo mejor de su ingenio artistas, profesores e intelectuales.


Félix Rodrigo Mora “La Democracia y el Triunfo del Estado.

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