El objeto conocido como un "amplituhedro"
simplifica de manera elegante el trabajo de los físicos, al ahorrarles la suma
de miles de millones de términos con la sola suma de los volúmenes de las
piezas de esta joya multidimensional, también llamado un “Grassmannian
positivo”.
Por otro lado este objeto teórico descubierto en
las entrañas matemáticas del universo podría acabar con los principios de
localidad y unitariedad.
La localidad supone que las partículas sólo pueden
interactuar desde posiciones adyacentes en el espacio-tiempo, aunque el entrelazamiento cuántico sugiere la existencia de una conexión instántanea
no-local.
La unitariedad sostiene que las posibilidades de todo
desenlace en una interacción cuántica deben de sumar uno.
En el caso del amplituhedro,
esas propiedades son meramente consecuencias emergentes de la geometría de la
joya. El mismo espacio-tiempo y las partículas moviéndose en este continuum,
son construcciones o representaciones de su geometría intrínseca.
Aunque el amplituhedro no describe la gravedad, se cree que debe de existir otro objeto
relacionado que sí lo haga. Sus propiedades aclararían por qué las partículas
aparentan existir, y por qué aparentan moverse en tres dimensiones de espacio y
presentan cambios en el tiempo, si ambos son fundamentalmente una ilusión.
Las matemáticas detrás de este meta-objeto son
complejas pero el significado del descubrimiento puede ser aprehendido por una
persona sin demasiados conocimientos de matemáticas. Arkani-Hamed apunta a que
el descubrimiento de este objeto podría suponer un cambio de paradigma, al nivel
de abandonar la noción de que el tiempo y el espacio son los constituyentes
básicos de la naturaleza y planteando la interrogante de cómo el universo y la
evolución surgieron de la pura geometría.
“En cierto sentido vemos que los
cambios surgen de la estructura del objeto. Pero no son a partir de que el
objeto cambie. El objeto es básicamente atemporal”, escribe Natalie Wolchover en la revista Quanta.
Diferentes culturas han nombrado de manera
distinta este código que antecede y subyace a la realidad fenomenológica y que
parece ser la materia prima de la creación. En esta tradición podemos ahora
incluir a la joya hiperdimensional de los físicos (el amplituhedro).
Un
objeto que lleva en su propia geometría lo mismo la interacción entre las
partículas subatómicas que los planos del Templo de Salomón; y, como aquel
mítico collar de Perlas de Indra, nuestras vidas y todo lo que sucede en el
universo son solamente su reflejo.
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