El manual para diagnóstico de desórdenes mentales (DSM-5, en su última versión) ha catalogado los delirios en dos órdenes: bizarros y no bizarros, descritos respectivamente como imposibles y como posibles, pero falsos.
Así, un delirio bizarro podría ser “estoy muerto”, y uno no bizarro, “millones de personas están obsesionadas conmigo.”
Pero para ajustarse a la realidad, el DSM-5 debería considerar que el sentido común ha sufrido un golpe irreparable durante los últimos años. Incluso Google y Barack Obama han dicho que es absurdo pensar que los gobiernos no vigilan a las personas.
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