lunes, 2 de mayo de 2016
CUENTOS CHINOS.
El literato confuciano dice: “El Cielo le dio vida al pueblo y luego estableció gobernantes sobre ellos.”
Pero ¿cómo puede el Alto Cielo haber dicho esto en tantas palabras?. ¿No es acaso que las partes interesadas hacen de esto su pretexto?.
La verdad es que el fuerte oprimió al débil y el débil se sometió; el artero engañó al inocente y el inocente le sirvió. Fue porque hubo sumisión que surgió la relación señor-súbdito, y porque hubo servidumbre que el pueblo, siendo impotente, pudo ser puesto bajo control. Así, servidumbre y dominio resultan de la lucha entre el fuerte y el débil y del contraste entre el artero y el inocente, y el Cielo Azul nada tiene que ver con eso.
Cuando el mundo estaba en su estado original indeferenciado, lo Sin Nombre (wu ming, esto es, el Tao) era lo valorado, y todas las criaturas hallaban felicidad en la auto-plenitud.
Ahora, cuando al árbol de la canela se le extrae la corteza o se corta el árbol de la laca, esto no se hace bajo el deseo del árbol; cuando las plumas del faisán son arrancadas o el martín pescador es despedazado, esto no se hace por el deseo del ave.
Ser embridado y embocado no va en acuerdo con la naturaleza del caballo; ser puesto bajo el yugo y soportar cargas no le da placer al buey.
Lo artero tiene su origen en el uso de la fuerza, que va contra la real naturaleza de las cosas, y la verdadera razón para dañar a las criaturas es para proveer de inútiles adornos. Así, atrapar las aves del aire para suplir de frívolos adornos, hacer hoyos en narices donde no debiese haberlos, atar bestias por las patas cuando la naturaleza les hizo libres, no está en acuerdo con el destino de la miríada de criaturas, todas nacidas para vivir sus vidas sin daño.
Y así el pueblo es obligado a trabajar para que aquellos en el poder se nutran; y mientras sus superiores disfrutan de gordos salarios, éste es reducido a la más abyecta pobreza.
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