El mundo blanco pone todo el poder arriba. Cuando alguien llega a la
cumbre, tiene el poder de quitarte tu libertad. En sus iglesias hay
alguien a la cabeza. En sus escuelas también. En su gobierno. En sus
negocios. Siempre hay alguien en la cumbre, y esa persona tiene el
derecho de decir si eres bueno o malo. Les perteneces. Con razón los
americanos siempre se preocupan por su libertad. ¡Tienen tan poca! Si no
la protegen, alguien se la quitará.
Cuando ustedes llegaron entre nosotros, no podían entender nuestras maneras. Querían encontrar a la persona de arriba. Querían encontrar las cercas que nos limitaban. Su mundo estaba hecho de jaulas y pensaban que el nuestro también lo estaba.
Todo parecía una jaula. Sus ropas los entallaban como jaulas. Sus casas parecían jaulas. Colocaban cercas en sus patios y parecían jaulas. Todo era una jaula. Todo nos parecía muy extraño. Ustedes convirtieron la tierra en una jaula. Pequeños cuadros. Y luego formaron un gobierno para proteger esas jaulas. Y el gobierno era sólo jaulas. La única libertad que tenían era dentro de su propia jaula. ¡Y luego se preguntaban por qué no eran felices y por qué no se sentían libres!
Nosotros nunca pensamos así. Vivíamos de acuerdo a lo que nuestros antepasados nos enseñaron, protegiendo al bisonte y dando la vida por el amor de nuestra madre Tierra. Todos éramos libres. La libertad que da el ver crecer la hierba verde en primavera sin esperar nada a cambio. No hacíamos jaulas de las leyes ni de la Tierra. Nosotros creíamos en el honor. Para nosotros, el hombre europeo parecía un ciego caminando: sabía que estaba en el camino equivocado cuando se tropezaba con la orilla de una de sus jaulas. Nuestra guía estaba adentro, y no afuera. Era el honor y el amor por la madre Tierra. Era más importante para nosotros saber lo que estaba bien, que saber lo que estaba mal.
Observábamos a los animales y veíamos lo que era apropiado. Hablábamos con ellos y ellos nos hablaban. Veíamos cómo cada animal tenía sabiduría, y tratábamos de aprender esa sabiduría. Observábamos cómo se llevaban entre ellos y cómo criaban a sus pequeños. No buscábamos lo que estaba mal. En lugar de eso, siempre nos esforzábamos por hacer lo que estaba bien. Para nosotros cada cosa en la tierra tiene un espíritu. Los espíritus hablaban con nosotros desde siempre. Y esa búsqueda era lo que nos mantenía en el buen camino, no las reglas ni las cercas. Queríamos honor para nosotros mismos y para nuestras familias.
No el honor del egoísmo, sino el honor que da saber que vas a morir y sabiendo eso, cuidas y protejes la Tierra y toda su belleza. La libertad sólo es importante cuando otros están tratando de encadenarte. Nosotros no teníamos cadenas, así que no necesitábamos libertad. Siempre habíamos tenido nuestra libertad, así que ustedes no tenían nada de valor para darnos. Lo único que podían hacer era quitárnosla y luego regresárnosla en forma de jaulas.
Ustedes nos quitaron nuestro honor y nos dieron su libertad. Pero ustedes no pueden engañarse a si mismos. Ustedes mismos saben que eso no es libertad en absoluto. Es simplemente la libertad de vivir dentro de sus propias jaulas cerradas.
Cauac Editorial Nativa
Cuando ustedes llegaron entre nosotros, no podían entender nuestras maneras. Querían encontrar a la persona de arriba. Querían encontrar las cercas que nos limitaban. Su mundo estaba hecho de jaulas y pensaban que el nuestro también lo estaba.
Todo parecía una jaula. Sus ropas los entallaban como jaulas. Sus casas parecían jaulas. Colocaban cercas en sus patios y parecían jaulas. Todo era una jaula. Todo nos parecía muy extraño. Ustedes convirtieron la tierra en una jaula. Pequeños cuadros. Y luego formaron un gobierno para proteger esas jaulas. Y el gobierno era sólo jaulas. La única libertad que tenían era dentro de su propia jaula. ¡Y luego se preguntaban por qué no eran felices y por qué no se sentían libres!
Nosotros nunca pensamos así. Vivíamos de acuerdo a lo que nuestros antepasados nos enseñaron, protegiendo al bisonte y dando la vida por el amor de nuestra madre Tierra. Todos éramos libres. La libertad que da el ver crecer la hierba verde en primavera sin esperar nada a cambio. No hacíamos jaulas de las leyes ni de la Tierra. Nosotros creíamos en el honor. Para nosotros, el hombre europeo parecía un ciego caminando: sabía que estaba en el camino equivocado cuando se tropezaba con la orilla de una de sus jaulas. Nuestra guía estaba adentro, y no afuera. Era el honor y el amor por la madre Tierra. Era más importante para nosotros saber lo que estaba bien, que saber lo que estaba mal.
Observábamos a los animales y veíamos lo que era apropiado. Hablábamos con ellos y ellos nos hablaban. Veíamos cómo cada animal tenía sabiduría, y tratábamos de aprender esa sabiduría. Observábamos cómo se llevaban entre ellos y cómo criaban a sus pequeños. No buscábamos lo que estaba mal. En lugar de eso, siempre nos esforzábamos por hacer lo que estaba bien. Para nosotros cada cosa en la tierra tiene un espíritu. Los espíritus hablaban con nosotros desde siempre. Y esa búsqueda era lo que nos mantenía en el buen camino, no las reglas ni las cercas. Queríamos honor para nosotros mismos y para nuestras familias.
No el honor del egoísmo, sino el honor que da saber que vas a morir y sabiendo eso, cuidas y protejes la Tierra y toda su belleza. La libertad sólo es importante cuando otros están tratando de encadenarte. Nosotros no teníamos cadenas, así que no necesitábamos libertad. Siempre habíamos tenido nuestra libertad, así que ustedes no tenían nada de valor para darnos. Lo único que podían hacer era quitárnosla y luego regresárnosla en forma de jaulas.
Ustedes nos quitaron nuestro honor y nos dieron su libertad. Pero ustedes no pueden engañarse a si mismos. Ustedes mismos saben que eso no es libertad en absoluto. Es simplemente la libertad de vivir dentro de sus propias jaulas cerradas.
Cauac Editorial Nativa
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