domingo, 27 de mayo de 2012

ECOS DE SOCIEDAD.

Jerry Mander es una de las voces críticas más destacadas de cuantas se alzan actualmente contra la globalización económica y tecnológica, cuya cara oculta se esfuerza por poner de manifiesto.


-Usted afirma que los medios de comunicación son una gran parte del problema. ¿Piensa que esos medios podrían desempañar un papel importante si los utilizásemos de manera correcta?  

Creo que los medios de comunicación tienen ciertas características que no permiten que se los utilice de manera correcta. Los medios no son tan neutros como se suele pensar. La gente cree que la información que nosotros facilitamos va a tener la misma influencia que la información proporcionada por las fuerzas que controlan el sistema, pero desgraciadamente no es así. La tecnología centralizada es más adecuada para las grandes empresas, pero es mucho más difícil que usted o yo podamos enviar un mensaje a través de ese medio. Creo también que ciertos medios de difusión, por ejemplo la transmisión de imágenes a través de la televisión, no proporcionan un sentimiento directo de la naturaleza. Más bien promueven la pasividad. No creo que sea un instrumento tan potencialmente útil como piensa la gente. Sería preferible no disponer de él.

En cuanto a Internet, me resistí a este medio durante mucho tiempo, pero sí creo que tiene mucho que ofrecer. Realmente pienso que el mundo sería un lugar mejor si Internet no existiese y si nuestra dependencia de los instrumentos tecnológicos fuera menor.

De todos modos, al margen de la utilidad que pueda tener para nosotros, no hay que olvidar el sistema global, la apropiación del espacio, los misiles nucleares, el aparato informativo, la vigilancia, los grandes intereses comerciales… las grandes empresas pueden pulsar un botón y mover 500 millones de un banco a otro. Utilizan Internet con una habilidad, un alcance y un poder como jamás lo haremos nosotros. Es una buena herramienta para nosotros, pero es mejor para ellos.



-¿Cómo es el mundo natural para el hombre indígena? 

Ellos mismos son ese mundo natural. No existe diferencia entre el mundo natural y las personas, las plantas y los animales, puesto que también éstos forman parte de la familia. Se relacionan con ellos con un respeto absoluto y desde una perspectiva de plena igualdad. Están en todos sus pensamientos, en sus rezos y en sus tareas diarias. Forman parte permanente de su filosofía, de su forma de vivir sobre la tierra. La naturaleza es el principal valor de la vida.


-Según estas tradiciones ¿qué lugar debería ocupar el ser humano dentro de la creación y cuál debería ser su relación con todas las cosas, animales, plantas, piedras…? 

Esa relación debería estar al margen de toda jerarquía. No somos los dueños de la naturaleza: eso es lo que opina la mayoría de los indígenas. Consideran que la naturaleza es un bien común. No se creen dueños de sus tierras, no existe la posesión individual de nada. Hay una posesión colectiva de la naturaleza, puede haber pequeñas variaciones de unas comunidades a otras, pero la mayor parte de las decisiones se toman siempre de forma comunitaria y no individual.


-En la conferencia que usted dio hace unos días, hablaba de la actual crisis ecológica y de cómo esta crisis forzará una transición hacia nuevas tendencias económicas y un nuevo orden socioeconómico. ¿Cómo cree que será ese futuro? 


Es difícil predecir eso, pero muy probablemente será militar. La otra noche dije que todos los supuestos de la sociedad industrial, la acumulación de comodidades, el capitalismo, la globalización, están fracasando y van a estallar. Toda esa forma de vida está basada en la utilización desmedida de los recursos del planeta.
 El único remedio es pasar a una economía con un consumo energético inferior y con menos necesidad de materias primas.

La solución está en producir a nivel local para un uso local, es decir, reducir los pasos del proceso económico. Tradicionalmente la gente cosechaba y consumía su propia comida o se la daba a los vecinos: ése era el sistema comunitario. Ahora ni siquiera se siembra porque las grandes empresas lo han invadido todo.
Y mientras todo esto ocurre, la gente se va de sus tierras, no producen alimentos, y tienen que comprarlos. Esto funcionaría si las cosas estuvieran baratas, pero no es así y además escasean. La solución pasa por la producción local y por un consumo inferior; disminuir el transporte de materiales, reducir el consumo de energía y establecer sistemas comunitarios: en definitiva, ésa será la única solución.



-¿Y las ciudades? 

Las ciudades tienen un grave problema, especialmente las grandes ciudades como Nueva York o incluso Madrid. Los alimentos no se producen localmente, todo se basa en el sistema energético. El petróleo es sólo la primera dificultad. El agua es un problema aún mayor.
 El sistema en su conjunto carece de los materiales básicos que precisa. Debemos ir exactamente en la dirección opuesta de la que estamos siguiendo ahora.


Los cambios que deberíamos hacer, la manera en que se debería funcionar, no es algo tan difícil de imaginar. En mi charla apunté ciertas cosas que tendríamos que hacer. La transición de un sistema a otro es lo más difícil y ahí es donde puede aparecer el caos.


Hay dos caminos: o somos conscientes y tomamos decisiones conscientes, o se impondrá la salida militar y llegaremos al fascismo.
 
-¿Podemos entonces encontrar respuestas en la sabiduría de los pueblos indígenas, puesto que refleja la experiencia de unos seres humanos que han logrado sobrevivir durante miles de años en armonía con el medio?



Hay un proceso que seguir en esa dirección, un proceso relacionado en muchos aspectos con la vida de esos pueblos, puesto que vamos a tener que cultivar nuestra propia comida: y me refiero a nosotros, a personas como usted o como yo. El que tenga un jardín tendrá que cultivar, no podrá utilizarlo para plantar flores. En las ciudades las gentes tendrán que hacer huertos en las terrazas o en las azoteas, y quienes viven en los suburbios tendrán que juntarse con otros vecinos y convertir los solares en granjas. Vamos a tener que estar más en contacto con la fuente de nuestro sustento. Habrá más relaciones comunitarias, mayor cooperación, más productividad, asociaciones más próximas y economías comunitarias.


-¿Hemos perdido la sabiduría? 

No, la sabiduría no es algo tan complicado. En lo referente a la alimentación, podemos estudiar sus formas de vida. Pero me resisto a pensar que vayamos a convertirnos en indígenas porque ser indígena supone la integración en la naturaleza con un sentido de conexión y estabilidad, supone identificarse con ella como si de una relación familiar se tratara. Eso va a ser muy difícil; podemos observar a los indígenas e intentarlo, pero va a ser muy duro porque no nos rodea mucha naturaleza.


Pensar que vamos a vivir de esa manera es contraproducente porque no podemos vivir así. Lo que podemos hacer es descubrir formas de vida sostenibles y aprender lo necesario para que la tierra nos enseñe cómo necesita que la tratemos. Está bien que otros nos enseñen eso, pero realmente sus conocimientos son muy específicamente suyos. Los indígenas de la Amazonía, por ejemplo, tienen conocimientos distintos a los del norte de Canadá. Es un contexto diferente.


-¿Existen pueblos y culturas indígenas que hayan vivido durante milenios en armonía con la naturaleza y que, por voluntad propia, no hayan crecido más de lo que su entorno podía soportar? 


Por supuesto; 350 millones de personas viven en relación con la tierra. No tienen crecimiento de población porque eso forma parte de su saber. En algunos lugares no pueden tener hijos hasta los 25 años o más tarde, y en otros sitios no está bien visto tener más de un hijo. Hay lugares donde el sistema alimenticio determina cuantos hijos se pueden tener. Son conscientes de cómo interactuar y la sociedad es consciente de los límites de su territorio. En la Amazonía utilizan anticonceptivos y los nómadas controlan el número de hijos que tienen porque pueden suponer una dificultad para sus desplazamientos.


-Entonces hay culturas que conviven con la naturaleza y que demuestran que el hombre puede vivir en armonía con ella... 

Desde luego, hay muchas culturas que viven en armonía con la naturaleza. Recientemente se hace más difícil porque pocos han logrado mantenerse apartados de las intervenciones de nuestra sociedad.


-¿Cree usted que el nuevo futuro del que estamos hablando pasa por la no posesión? 

Creo que en el mundo indígena no hay, en general, sentimiento de posesión. Esto no es cierto de todos los sitios –y siempre pensamos en ejemplos como los mayas o los aztecas, que se parecen más a nosotros– pero la gran mayoría, el 95% de las culturas indígenas, no tiene ese sentimiento de posesión individual. Lo tienen por ejemplo cuando construyen una casa o en relación con los objetos personales, pero en cuanto a la tierra, nadie es dueño de ella. La posesión de los árboles y la naturaleza es colectiva y las decisiones se toman por toda la comunidad. Todo es un bien común, es decir opera de manera comunitaria. Es fundamental que eso lo aprendamos también nosotros. Ya tenemos conceptos útiles como el de bienes utilizables de forma comunal en la Europa occidental, el concepto inglés, que puede y debe ser resucitado. Una de los grandes problemas de la globalización es que privatiza bienes comunes, convirtiéndolos en propiedad de sociedades anónimas.


-Existen determinados ritos y costumbres en los pueblos indígenas que “regulan” la forma en que el ser humano debe relacionarse con la naturaleza y con el grupo. ¿Podría destacar algunos de esos códigos y sus enseñanzas para el hombre de hoy? 


Su actitud es de agradecimiento hacia el Gran Espíritu. Dan gracias a los animales cuando los sacrifican e intentan crear una relación de reciprocidad entre ellos mismos y la naturaleza.


En ese sentido, creo que el actual problema con el medio ambiente refleja el problema del hombre: existe una ausencia de lo sagrado en su propia vida y en su manera de tratar a los otros. No hay sentido de la reciprocidad, que es la esencia de la vida. Para mí eso es lo que significa la trascendencia, tú perteneces a algo, eres parte de algo.


 -¿Es posible que los indios sigan viviendo su cultura tradicional en estos tiempos de progreso globalizado? 

Sí, siempre que existan suficientes mecanismo de protección que lo permitan. Todos aquellos que siguen vivos y viven de manera integrada prefieren que les dejemos en paz. Sólo cuando los marean empiezan a negociar y a cambiar sus maneras de ser. Es muy complicado.
En general, no se les está ofreciendo nada. Están siendo invadidos, se están cortando los árboles, se construyen carreteras y presas, en todo el mundo se están haciendo cambios físicos y eso les está afectando.


-¿Que puede aportar el conocimiento tradicional de los pueblos indígenas a la crisis medioambiental? 

Le voy a contestar en dos partes. Primero, la pregunta es errónea. Habría que preguntarse más bien qué podemos hacer para evitar que desaparezcan. Eso es lo mejor que podemos hacer por la tierra, apoyar a las comunidades que ya viven de la forma correcta. Podemos aprender sus valores básicos, es lo que hemos estado hablando. Actuar a pequeña escala, a nivel local, comunitario, en una integración con el medio ambiente, con sentido de hermandad para con las otras criaturas del mundo. Debemos tener un sentido de respeto y del límite, permanecer en una escala que no domine el medioambiente, mantener el sentido colectivo. Sería muy conveniente aprender de ellos y ver que todo esto es lo opuesto a lo que somos ahora. Significa que debemos aprender a tener más humildad y reconocer que no estamos haciendo las cosas bien.

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