lunes, 7 de noviembre de 2016

ANÉCDOTA.


Durante una meditación caminando (kinhin) en el sexto día de su retiro, el actor Peter Coyote, absorto aún en su pregunta "Qué es eso? " ["What is it]"?,  notó el incisivo sonido de un pájaro:

"Eeek! Eeek! Eeek! Eeek! Eeek! gorjeaba, aniquilando todo pensamiento. Súbitamente, en esa vacuidad momentánea, sus sonidos se transformaron y los oí como It It It (eso, eso, eso) –la indiscutible respuesta a mi pregunta. Tomé un paso más y el mundo como lo había experimentado se acabó.

No puedo describir lo que sucedió después porque en ese instante el lenguaje y el pensamiento se disolvieron enteramente. Las fronteras entre "aquí adentro" y "allá afuera" desaparecieron. El mundo se mantuvo reconocible, como siempre había sido, pero completamente desnudo de lenguaje discursivo y conceptos. Todo parecía ser un fantasma de sí mismo, luminoso pero sin peso ni sustancia. "Yo" había sido reemplazado. 
Lo más cercano que puedo llegar a describir lo que sentí es una conciencia sin locación física, inseparable de la totalidad del universo. Todo era precisamente como había llegado a ser. El mundo era perfecto, sin tiempo, eterno, yendo y viniendo, como siempre había sido. Cada duda que había albergado alguna vez sobre la práctica del zen se deshizo. El tímido y temeroso yo que había defendido, agrandado, confortado y tratado de mejorar toda mi vida fue descargado de sus labores y todo estaba bien sin él. No había nada que "hacer". 
Supe irrefutablemente que esto era exactamente lo que había buscado desde la primera vez que leí un libro sobre el zen cuando tenía 16 años. 

En el siguiente instante, entendí que todo eso [it] no era realmente muy importante."

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