jueves, 17 de noviembre de 2016
ECOS DE SOCIEDAD.
Si nos tomamos al pie de la letra la ideología dominante, la liberal, se nos dice que el vivir en sociedad es el resultado de un contrato estipulado no se sabe bien cuándo ni por quién, en todo caso por generaciones anteriores, y ante el cual las generaciones presentes no pueden hacer otra cosa que aceptarlo y adaptarse.
Esto ya es indicativo del modo de concebir los acuerdos establecidos por alguien indefinido en un pasado nebuloso y que deberán vincular por ley a todas las futuras generaciones de la humanidad.
En todo caso, estas estupideces las defendieron también algunos filósofos bastante acreditados y por tanto se dice, con este “se” impersonal que es todos y nadie, que esta sociedad es fruto de un contrato.
Pero conviene pensar con un ojo puesto en el planeta y en la historia, ya que el Poder quiere empujarnos a creer en un eterno presente que no tiene ninguna referencia con el pasado y que, sobre todo, pretende cerrarnos los ojos ante la posibilidad de un modelo democrático a escala planetaria.
Ahora bien, es evidente que cuando existen millones de individuos a quienes se les niega incluso el mínimo vital, este contrato social es una tomadura de pelo asesina.
Massimo Passamani. Reflexiones para una sociedad sin jaulas.
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