En lo que respecta a la propaganda, los primeros defensores del alfabetismo universal y de la prensa libre advirtieron sólo dos posibilidades: que la propaganda sea verdad o que sea falsa. No previeron lo que en realidad ha sucedido, sobre todo en nuestras sociedades occidentales capitalistas: el desarrollo de una vasta industria de comunicación masiva, que no lidia ni con lo falso ni con lo verdadero, sino con lo irreal, lo que es casi siempre totalmente irrelevante.
Pero incluso en Roma no había nada comparado con el sinfín de distracciones que proveen los diarios, las revistas, la radio, la televisión y el cine.
En Un Mundo Feliz las distracciones sin cortes de la naturaleza más fascinante son deliberadamente usados como instrumentos de política pública, con el propósito de impedir que la personas presten mucha atención a las realidades de la situación social y política.
El otro mundo de la religión es diferente al otro mundo del entretenimiento; pero se asemejan en que decididamente "no son de este mundo". Ambos son distracciones y, si se viven continuamente, pueden volverse, como en la frase de Marx, "el opio del pueblo" y, por consiguiente, una amenaza a la libertad.
Solo los que vigilan pueden mantener sus libertades y solo los que están constante e inteligentemente en el aquí y en el ahora pueden autogobernarse efectivamente por procedimientos democráticos.
Una sociedad cuyos miembros pasan buena parte de su tiempo, no en el presente, no en el aquí y en el ahora y en un futuro calculable, sino en otro lugar, en los otros mundos irrelevantes del deporte y las telenovelas, de la mitología y la fantasía metafísica, encontrarán difícil de resistir las invasiones de aquellos que controlan y manipulan la sociedad.
En su propaganda los dictadores de hoy dependen fundamentalmente de la repetición, supresión y racionalización; la repetición de eslóganes que desean que sean aceptados como verdad, la supresión de hechos que quieren que sean ignorados y la estimulación y racionalización de pasiones que pueden ser usados en el interés del Partido o del Estado.
Al tiempo que el arte y la ciencia de la manipulación son mejor entendidas, los dictadores del futuro indudablemente aprenderán a combinar estas técnicas con las distracciones interminables que, en Occidente, amenazan con ahogar en un mar de irrelevancia la propaganda racional esencial para mantener las libertades individuales y la sobrevivencia de las instituciones democráticas.
Aldoux Huxley. Propaganda en una Sociedad Democrática.
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